Os voy a contar la historia de una de las bodegas españolas de una de las sagas más reconocidas mundialmente. El Grupo Osborne es conocido por casi todo el mundo, en el sentido estricto, ya que en casi todo el mundo se pueden encontrar sus productos “Made in Spain”.
Esta familia remonta su historia empresarial a Thomas Osborne Mann, que paradójicamente no era español. El fundador de la bodega familiar española más conocida en el exterior fue originario de Éxeter (Devon), Inglaterra. Este hombre se instaló primero en Cádiz en 1781, donde alcanzó a tener 20 bodegas y más tarde se mudó al Puerto de Santa María allá por el año 1810 donde permaneció hasta su muerte en 1854, dejando la bodega en manos de su hijo mayor Thomas Osborne Böhl de Faber. El cargo de presidente lo mantuvo Thomas Osborne Mann entre los años 1837 y 1854, finalizando el mandato por causa de su muerte en febrero de ese mismo año, fue entonces cuando su primogénito se encargó de presidir la empresa que se había asentado en el Puerto de Santa María y que exportaba vino de Jerez fuera de las fronteras del país.
PERO ¿CÓMO Y POR QUÉ LLEGARON LOS INGLESES A CÁDIZ INTERESADOS POR EL VINO?
Los vinos de Jerez son el resultado de la impronta dejada en esta tierra por culturas muy diversas y, a veces, de orígenes muy lejanos. Civilizaciones distintas que, seducidas por esta tierra, han ido sedimentando su aportación a un producto que es, por encima de todo, cultural. Conocer la historia es fundamental para entender adecuadamente toda la genuina personalidad de los vinos de Jerez. Porque la historia del Marco de Jerez es la historia de sus vinos.
Durante 3.000 años, las distintas circunstancias históricas han ido moldeando la identidad de estos vinos, del mismo modo que el vino en sí, su producción, su comercio y su disfrute, han supuesto un factor determinante en la historia de esta región y en la identidad cultural de sus habitantes.
Ya en el siglo XII, los vinos de Jerez eran comercializados y apreciados en Inglaterra. Los vinos se popularizan en este país cuando Enrique I propuso a los jerezanos una operación de trueque, lana inglesa por vino de Jerez, al objeto de desarrollar las manufacturas nacionales. Las viñas de Jerez se convierten entonces en una fuente de riqueza para el Reino, de modo que Enrique III de Castilla, por una Real Provisión de 1402, prohíbe que se arranque una sola cepa, e incluso se llega a prohibir la instalación de colmenas cerca de las viñas para que las abejas no dañen el fruto.
Las ventas al exterior de los Vinos de Jerez vivieron un nuevo período de florecimiento después de la boda de Catalina de Aragón con Arturo de Inglaterra, primero, y después con su hermano Enrique VIII. Catalina, mujer muy culta, sólo se quejaba de que “El Rey, mi marido, se guarda para sí los mejores vinos de Canarias y de Jerez”.
Mientras tanto, la Corona española vertebraba este Nuevo Mundo a través del puerto de Sevilla y de la “Casa de Contratación”, única institución facultada para la administración de las nuevas tierras y el comercio con las mismas. La venta de vino de Jerez en las Indias se veía frecuentemente entorpecida por la acción de piratas que se hacían con los cargamentos de la flota y los vendían en Londres.
El botín más importante lo consiguió Sir Martin Frobisher, de la flota de Sir Francis Drake, que en 1587 saqueó Cádiz y se llevó consigo 3.000 botas de vino. La llegada de ese botín a Londres puso de moda el jerez entre la Corte Inglesa; la propia Reina Isabel I se lo recomienda al II Conde de Essex como el vino ideal. Ante el fuerte tirón del consumo del Jerez y lo limitado del suministro, el rey Jaime I decide dar ejemplo ordenando que de las Bodegas Reales sólo se suban a su mesa 12 galones de jerez (48 litros) … ¡al día!
De la popularidad del vino de Jerez en aquellos días dan una idea las obras de William Shakespeare, quién en compañía de su amigo Ben Johnson daba cuenta diariamente de una buena cantidad de botellas de vino de Jerez en la Bear Head Tavern. Y así nuestro vino aparece citado frecuentemente en muchas de sus obras: Ricardo III, Enrique VI, Las noches de Epifanía, Las Alegres Comadres de Windsor, Enrique I, etc.
Durante tiempo, los comerciantes británicos compraron buena parte de las cosechas de vinos de Jerez, pero no invirtieron mucho en la zona, salvo contadas excepciones. Los primeros empresarios en invertir en la constitución de considerables soleras de vinos criados y envejecidos y en la construcción de grandes bodegas para su producción fueron españoles; y muy pocos comerciantes británicos.
Tras las guerras contra Inglaterra y la de la Independencia, la vinatería jerezana se desarrolló considerablemente gracias a nuevas inversiones de indianos que volvieron a España como consecuencia de la independencia de las colonias americanas.
Hay que considerar que parte importante de los capitales invertidos en la vinatería jerezana por empresarios de origen británico fueron formados como resultado de sus actividades en la región, por lo que no pueden ser considerados capitales extranjeros. Tales fueron los casos, entre otros, de Patricio Garvey y de Tomás Osborne Mann, que los generaron respectivamente como socio industrial de varias bodegas y como comerciante y banquero. Es preciso señalar también que algunas empresas con razón social británica y francesa estaban participadas mayoritariamente por socios españoles, como E. Ostmann y Julián Pemartin y Cª, en cuyos capitales sociales tenían mayoría el marqués de Villavelviertra y Fermín Apecechea, respectivamente. Estas inversiones y el prestigio de los vinos de Jerez dieron lugar a que sus ventas exteriores llegaran a representar en los años cuarenta del siglo XIX la quinta parte del valor total de las exportaciones españolas.
Thomas Osborne Böhl de Faber fue el primer conde de Osborne, y empezó a dar a conocer el apellido patrocinando la construcción de la plaza de toros del Puerto de Santa María. Se movía entre la gente más importante de aquella época y empezó a abrir su mercado al mundo entero. En 1845 la familia real británica le encargó dos barricas de Sherry para su consumo personal, en 1856 Sir Robert Gardiner encargaba vinos para el Rey de Bélgica y el palacio de Invierno de San Petersburgo también hizo algún pedido a la conocida marca del toro. Todos estos pedidos de tan prestigiosas casas le adjudicaron prestigio y reconocimiento a la empresa.
La siguiente pieza en el puzle de los Osborne fue el hijo de Thomas Osborne Böhl de Faber, Tomás Osborne Guezala, quién heredó el título de conde de Osborne y el cargo de presidente de la compañía hasta su muerte en 1935, pasando entonces la empresa a manos de Ignacio Osborne Vázquez hasta 1972, siendo éste un periodo de gran expansión por toda España y unos años de bonanza para la bodega. Con la muerte de Ignacio pasó al poder su hermano Antonio Osborne Vázquez hasta 1980, año en el que su primo Enrique Osborne MacPherson asume la presidencia de la compañía hasta el año 1988. El encargado de asumir dicha responsabilidad fue el IV conde de Osborne, Tomás Osborne y Vázquez, el hijo de Ignacio.
En el año 96 asume la presidencia el hijo de Tomás Osborne y Vázquez, el actual conde de Osborne Tomás Osborne Gamero-Cívico y hasta la actualidad dirige la compañía con la ayuda de su consejero delegado Ignacio Osborne Cólogan (su primo) y su vicepresidenta María del Carmen Osborne Fernández (prima también).
Como habréis podido apreciar este grupo siempre ha estado en manos de los Osborne y hoy en día la batuta la llevan la quinta y sexta generación. Una curiosidad es que para ser accionista el primer requisito es tener el apellido Osborne, así todos sus accionistas (unos 190) son descendientes del fundador.
Esta empresa familiar de más de 200 años cuenta actualmente con más de 800 empleados y exporta a más de 40 países, no solamente vinos, sino todo tipo de alimentos gourmet de reconocido prestigio como jamones, embutidos, quesos o licores. Además de los vinos de Jerez, Osborne cuenta con otras marcas tan conocidas para nosotros como “Anís del Mono”, desde 1975.
Osborne es una de las 100 empresas más antiguas del mundo que sigue en activo y la segunda de España y tal es la devoción de la bodega por la tradición que todos los días a las 12:00 hay toque de corneta, ¡sí, eso he dicho! Y todos los trabajadores e invitados presentes en la bodega, incluso el presidente, siguen acudiendo al jardín para tomarse una copa de fino. ¿Hay algo más agradable que un alto en la jornada para disfrutar de ese vino que enamora que es el fino de Jerez?
Para los que se pregunten si el famoso Bertín Osborne tiene que ver con esta bodega, la respuesta es sí y no, aunque su apellido sí que desciende del mismo Thomas Osborne Mann, actualmente esta parte de la familia no tiene nada que ver con la empresa jerezana. En 1904, Tomás Osborne, el tercero de la dinastía, y su hermano Roberto fundaron en Sevilla la cervecera Cruz de Campo, que es la actual Cruzcampo, y se intercambiaron las acciones de ambas empresas debido a la distancia que hay entre Jerez y Sevilla para poder dirigir cada uno una empresa y centrarse en ella, y es de esta rama de Osborne de la que proviene el famoso cantante y ahora presentador.
JEREZ, LA CIUDAD A LA QUE EL VINO CONVIRTIÓ EN EDÉN BURGUÉS
El esplendor de aquella burguesía bodeguera de mediados del XIX se refleja en la serie La Templanza, disponible en Prime Video y basada en la novela homónima de María Dueñas. En ella, los Montalvo representan a una de esas familias con ínfulas aristócratas dueñas de un negocio rentabilísimo, pues en aquel tiempo los jereces estuvieron más de moda que nunca. Este clan, influenciado por la educación y maneras británicas, vive su gran momento en el 1850 pero, como tantas otras empresas del vino de Jerez, sufrió una grave crisis tan solo unos años después.
El negocio con los ingleses también aparece en esta ficción, por supuesto. El personaje de Edward Cleydon encarna a ese importador británico que seleccionaba los vinos que quería llevar a su tierra, una figura a la que convenía atender de la mejor forma, pues de él dependían gran parte de los ingresos de la compañía. Y tal cual ocurrió en la realidad, porque el comercio con el Reino Unido ha sido fundamental para las bodegas de esta localidad gaditana durante buena parte de su historia.
El vino y la ciudad de Jerez tiene un papel fundamental en esta producción: La Templanza es, precisamente, el nombre de la bodega que posee la familia de Soledad Montalvo, uno de los personajes protagonistas. Amor, intrigas, dinero y miserias forman el menú que ofrece la serie, bien regado con los finos y olorosos que hicieron grande a la ciudad andaluza.
Esta relación comercial se asienta definitivamente a mediados del XIX. El precio del jerez era superior al resto de vinos españoles, así que la exportación a Reino Unido, donde había surgido una clase media industrializada, era un negocio ideal. ¿Pero por qué los ingleses se encapricharon con el vino de esta zona y no de otra? “Su popularidad estaba ligada, como todo bien de consumo, a su calidad y a las alteraciones en las preferencias de los consumidores. Fue simplemente un cambio de moda lo que inicialmente provocó el aumento de las exportaciones en las décadas medias del siglo XIX”, detalla James Simpson, catedrático de la Universidad Carlos III, en su artículo La producción de vinos en Jerez de la Frontera, 1850-1900.
Durante la primera mitad del siglo, en el Reino Unido se demandaban “vinos espesos y dulces, que se bebían por lo general después de las comidas”, tal y como recoge Simpson. Los cream y los olorosos, con dulzor y estructura, eran los que caían tras el fish and chips. Sin embargo, a lo largo de la segunda parte del XIX cambia el gusto y el paladar inglés prefiere ahora otros más pálidos, ligeros y secos. La mayoría de ellos, eso sí, elaborados con uvas procedentes de vides cultivadas en albariza, un tipo de suelo que da menos rendimiento, pero una calidad muy alta.
NACIMIENTO DEL TORO DE OSBORNE
En 1956, las Bodegas Osborne encarga a la Agencia de Publicidad AZOR un anuncio para promocionar su coñac “Veterano”, una valla publicitaria que se repartirá a lo largo de la geografía española. En esa época, Manolo Prieto es el Director Artístico de la Agencia publicitaria, y el encargo recae sobre él. Es en este momento, por tanto, cuando Manolo Prieto diseña la famosa silueta del Toro, un Toro desafiante, mirando de frente, atento a lo que sucede en el horizonte se convierte en el padre del toro.
Su Toro fue rechazado por Osborne bajo el pretexto de que era más apropiado para una ganadería. Lejos de rendirse, Manolo Prieto insistió en ir a El Puerto de Santa María a defender su creación. El artista supo nada más crear al Toro de la fama que este alcanzaría, así que luchó ante Osborne por sacar adelante su diseño, tuvo que convencerles de por qué su silueta era buena. Finalmente lo aceptaron y probaron a ver qué pasaba… Y el resto ya es historia.
Para decidir la ubicación de las más de 200 vallas que se habían preparado, José Antonio Osborne y José Luis Gómez Bermúdez, director de comunicación y jefe de publicidad de la marca respectivamente, se dedicaron a recorrer las carreteras del país durante los siguientes años, colocando así las decenas de toros.
La primera valla publicitaria, el primer Toro, fue instalada en mayo de 1957, en el kilómetro 55 de la carretera Madrid-Burgos, en la localidad de Cabanillas de la Sierra. Esta primera silueta tenía 7 metros de altura, 40 metros cuadrados de superficie y estaba fabricado en madera. En su época dorada, la década de los setenta, la “manada” llegó a superar los 500 ejemplares, que se dispersaron hasta por Ceuta, Baleares, Canarias, Guinea e incluso el Sahara. En la actualidad ha terminado por ser un símbolo nacional de 14 metros de puro hierro.
Aquellos primeros Toros eran ligeramente diferentes de los que hoy en día conocemos. Tenían el cuerpo negro, los cuernos blancos, y en su cuerpo en grandes letras rojas perfiladas en blanco resaltaba la leyenda “Veterano Osborne”, con una copa de Brandy dibujada sobre la “N” de la palabra Veterano. En 1961, se fabrica el primer Toro ya en chapa metálica. Desaparecen los cuernos blancos para convertirse en negros como el resto de la silueta. La leyenda Veterano sigue apareciendo en grandes letras rojas.
Esta estructura está formada por sesenta chapas metálicas, de 190×90 cm, desarrollando una superficie 150 metros cuadrados, alcanzando un peso de 4.000 kilos. Más de mil tornillos sujetos por dobles tuercas, cuatro torretas metálicas apoyadas en sendas zapatas de seis metros cúbicos de hormigón, con un peso total aproximado de 50 toneladas.
Los retoques de la silueta original del Toro, que se hicieron posteriormente, por comodidad del herrero, los Tejada, no fueron del agrado del artista portuense, que llegó a manifestar en alguna ocasión: “Me están dejando el Toro hecho una cabra”, motivo por el cual en algunas ocasiones le mandaba al herrero la silueta del Toro cuadriculado para facilitarle la labor.
Los Tejada hacen campañas anuales de repaso. Revisan por zonas el estado de conservación de los anuncios. Muchos están en sitios que no hay ni caminos para llegar. En Trujillo (Cáceres) hay uno colocado en un monte de peñascos, sin acceso. Alguna vez han tenido que usar mulos. Ahora lo solucionan con grúas.
Félix, Jesús y Pedro son los hijos que mantienen viva la forja que fundó Félix. “Si no fuera por las reparaciones del toro este negocio no habría sobrevivido”, comenta Jesús. Empezaron hace casi seis décadas a reparar los cartelones y se han recorrido el mapa de carreteras de España varias veces. “Tenemos tantos kilómetros encima, que tenemos conocidos en todas partes”. Ya no construyen nuevos, aunque han levantado uno en Valencia recientemente y han ido a Japón y Francia a colocar otros.
En 1988, y para salvar la ley de carreteras, Osborne retira cualquier tipo de publicidad sobre la silueta, como anteriormente el mismo Manolo Prieto le había sugerido a la empresa bodeguera, quedándose esta como la conocemos actualmente, un toro negro y enorme.
El dibujo que Manolo Prieto entregó a Osborne, y el uso que se dio y para el que había nacido, símbolo de Veterano, fueron superados cuando las primeras vallas comienzan a instalarse en puntos estratégicamente elegidos de la geografía española, convirtiéndose en testigos mudos del paisaje, en figuras que proyectan una de las imágenes más singulares, emblemáticas e icónicas de nuestra cultura.
A partir de ese momento y a través de un imparable proceso de apropiación social, el Toro, se ha ido convirtiendo en un símbolo que sobrepasa su estricta dimensión publicitaria para convertirse en una referencia estética, una figura familiar y conocida que acompaña al viajero en su camino por la geografía española, y fuera de nuestras fronteras anima a los deportistas en sus competiciones, a los militares en las misiones humanitarias y, en general, identifica con nuestra tierra a la mayoría de los ciudadanos españoles en el extranjero.
El Toro es la mejor valla publicitaria que existe, el acierto más pleno de todos los tiempos, en lo que se refiere a publicidad exterior.
En el año 1994 el Ministerio de Transportes y Obras Públicas, de la mano del entonces Ministro Josep Borrell, resolvió que los 97 toros debían desaparecer del paisaje español junto con el resto de vallas publicitarias situadas en los márgenes de las carreteras españolas para hacer cumplir la Ley de Carreteras de 1988 que ordenaba que se retirase la publicidad visible de las carreteras. Es en este preciso momento cuando la silueta vive uno de sus momentos estelares y donde pudo comprobarse su enorme popularidad. Se redactan manifiestos de apoyo y se recogen firmas por parte de miles de ciudadanos anónimos pidiendo su indulto. Escritores y columnistas, como Antonio Burgos, Francisco Umbral, Andrés Aberasturi, Consuelo Álvarez de Toledo, Antonio Gala, Jaime Campmany, Fernando García Tola, etc., escriben artículos sobre el asunto en los principales diarios de tirada nacional pidiendo el indulto para la silueta, incluso la polémica traspasa las fronteras nacionales y se escribe sobre el asunto en periódicos internacionales. Artistas gráficos, como Martín Morales, Mingote (emotiva viñeta la que realiza homenajeando a Manolo Prieto), Ricardo y Nacho, Forges, dibujan viñetas en sus respectivos periódicos homenajeando al toro y a la figura de Manolo Prieto.
Ese mismo año, y tras la presión popular, el Parlamento indulta a la valla publicitaria, diseñada por Manolo Prieto, en aplicación de la legislación del patrimonio cultural artístico. “La significación artística y cultural del toro de las carreteras y su integración en el paisaje español deben ser protegidas”, reza la proposición aprobada por los diputados, quedando así excluida de las restricciones impuestas por la Ley de Carreteras de 1988.
La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía va más allá, y en diciembre de 1996 inscribe a la valla publicitaria en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz y en febrero de 1997 los 21 toros que descansan en tierras andaluzas pasan a convertirse oficialmente en Monumento Histórico Andaluz, garantizando así su supervivencia futura, siendo declarada la valla publicitaria diseñada por Manolo Prieto como “un símbolo de España y, muy en particular, de Andalucía”
Sin embargo, es en 1998 cuando el Tribunal Supremo indulta definitivamente la silueta del toro en las carreteras ya que entiende que “ha dejado de ser el emblema de una marca, para convertirse en algo decorativo, integrado en el paisaje”.
Actualmente quedan 91 toros en el territorio nacional, una obra de arte que ya pertenece por derecho, no solo ya a la historia del diseño gráfico español, sino también al propio pueblo español.
PESO PESADO DE LA CULTURA POPULAR
El cine español también ha exprimido el símbolo del toro. Especialmente reconocible es el uso que le dio el director de cine español Bigas Luna para el cartel de su exitosa película Jamón, jamón en 1992. Tanto le gustaba el símbolo al cineasta, que tras la producción se llevó los testículos del toro como recuerdo.
Una figura tan maleable y emblemática no puede dejar indiferente a los diseñadores y artistas españoles. Por eso mismo, los diseñadores Vittorio y Lucchino también representaron su propia versión, así como numerosos miembros del mundo del arte global. Incluso el inmortal Salvador Dalí lo utilizó como inspiración para algunas de sus obras.
DECLARAN PATRIMONIO CULTURAL AL TORO DE OSBORNE
Finalmente, el Congreso de Diputados declaró al toro como “patrimonio cultural y artístico de los pueblos de España”.
Así, Hispania Nostra entregó en la exposición de 2016 a la Fundación Osborne el Premio al Toro de Osborne en la categoría de Señalética del patrimonio cultural. El jurado valoró “los trabajos de conservación, restauración y mantenimiento de esas míticas figuras y el esfuerzo económico que desde hace 60 años viene realizando la empresa para mantenerlos, respetando el entorno natural en el que están enclavados, siempre parajes naturales”.
HISPANOFOBIA, ODIO GRATUITO E INTERESES POLÍTICOS
Amado y odiado, el toro de Osborne trascendió los límites de la publicidad y se convirtió en eje de debates ideológicos.
El objetivo no era una reivindicación explícita de la lidia, lo que posteriormente convertiría al toro en un encontrado tema de debate, cuando empezaron a asignarle otros significados.
Para muchas personas basadas en la ignorancia y motivadas por la intolerancia, la valla publicitaria del Toro de Osborne se relaciona erróneamente con la tauromaquia y hasta con simbología de extrema derecha. Pero tan solo es otra manifestación y canalización del odio hacia la identidad española.
La valla publicitaria no representa la tauromaquia sino el éxito publicitario del logotipo de una de las empresas en activo más antiguas del mundo.
¿El Coliseo Romano representa el asesinato en manos de gladiadores y leones de millones de inocentes? ¿Sería lógico atentar contra una de las maravillas del mundo por ideales? ¿Las pirámides de egipto representan los millares de esclavos que murieron construyendolas? ¿Las tiramos también?El respeto y la tolerancia deben ser pilares en un país democrático y en una sociedad sana. Hay que pensar antes de actuar y reflexionar antes de creernos poseedores de la verdad absoluta.
Como ejemplo, recordemos el artículo “Las Misiones Españolas en California” dónde damos buena cuenta de la importancia de las campanas en el llamado “Camino Real” que conectaba las misiones que establecieron los padres franciscanos en la Baja y la Alta California.
¿CUÁLES SON LOS TOROS DE OSBORNE MÁS PECULIARES?
Santa Pola (Alicante)
En verano del 2017, el grafitero ilicitano AM3 se desplazó a la A-3 para uniformar a uno de los 7 toros de Osborne de la provincia alicantina con un mensaje reivindicativo. El artista de 57 años reprodujo en la silueta del toro el Gernika de Pablo Picasso, uno de los cuadros más importantes de nuestra historia contemporánea.
El lienzo -expuesto en el Museo Reina Sofía de Madrid- reprodujo el terror que supuso el bombardeo de la Legión Cóndor alemana en la población vasca de Gernika en el contexto de la Guerra Civil (1937), y curiosamente en él aparece también un toro a quién se le han atribuido múltiples razones de existir. AM3 quiso rescatar la vigencia del mensaje de Picasso y la obra adquirió interpretaciones tanto antitaurinas como antimilitaristas.
Casar de Cáceres (Cáceres)
En mayo del 2005, el joven artista extremeño Javier Figueredo también propuso un diseño alternativo para el toro de Osborne. Cerca de Casar de Cáceres, en la N-630, el cartel publicitario se sometió a una operación clandestina de cambio de género: pintaron unas manchas blancas y adhirieron -mediante tornillos y remaches- las ubres rosas características de la hembra. Figueredo sostuvo que se trató de un acto reivindicativo contra problemas sociales como la violencia de género o la discriminación sexual, aunque también un guiño al impulso de la capital cacereña en su candidatura a Capital Cultural Europea de 2016, que no acabó consiguiendo. El artista fue denunciado por la Guardia Civil de Casar de Cáceres y acabó cumpliendo dos días de arresto domiciliario al considerar el juez a la vaca de Osborne como una ”falta de deslucimiento de bienes inmuebles”.
Navarrete (La Rioja)
En la población riojana de Navarrete se cruzan dos de las más importantes rutas de peregrinaje de la Península Ibérica. Por un lado, el Camino Ignaciano -camino en honor a San Ignacio de Loyola-, que discurre entre la población guipuzcoana de Loyola y el monasterio de Montserrat (Barcelona). Por otro, el camino francés, una de las alternativas del Camino de Santiago que transita desde el municipio navarro de Roncesvalles hasta la propia capital gallega. En Navarrete, encontramos un ejemplar del toro de Osborne que atestigua este cruce de caminos, donde los peregrinos ignacianos marchan hacia Aragón y los seguidores del camino francés continúan su marcha hacia Compostela. Juan María Pérez, autor de la fotografía, asegura que ”es un gozo para un peregrino saludar con un ‘buenos días, buen camino’ a los que marchan en sentido contrario”.
EL TORO DE OSBORNE POR EL MUNDO
En España la imagen de El Toro de Osborne es ampliamente conocida, pero lo que pocos saben es que, a nivel internacional, también lo es.
Los grandes símbolos traspasan fronteras, y este toro no iba a ser menos. Hay representaciones suyas en carreteras de México y otro en Copenhague. El insigne toro de la marca gaditana se encuentra en un parque danés. Concretamente, en el Superkilen Park. Un parque que se concibió con la idea de mostrar la diversidad cultural del mundo. Lo curioso es que, aprovechando la naturaleza de este espacio, fueron unas vecinas danesas las que pidieron que se colocara la emblemática valla para representar a España.
En México se puede ver el toro en la carretera que une dos ciudades, Córdoba a Veracruz dónde hay una valla del famoso toro de Osborne.
Pero si hay un toro español internacional, ese es el que se colocó en la pequeña localidad japonesa de Matsunoyama. El país nipón, conocido por sus bruscos contrastes entre tradición y tecnología, quiso añadir el símbolo a una exposición mundial de arte, con la intención de retirarlo cuando esta terminase. Sin embargo, el inmenso éxito que tuvo (hasta 550.000 personas lo visitaron) dio pie a considerarlo parte de la colección permanente, y allí sigue, hasta que el viento o los años terminen por derribarlo definitivamente. De hecho, ya hay un Toro de Osborne en la ladera de unos arrozales situado junto a un bosque de hayas en la prefectura de Niigata, al oeste de Japón. Y no nos imaginamos la agradable sorpresa que debe ser para un español viajar por aquel lugar y reconocer un símbolo tan enraizado en nuestra cultura.
Por norma general, la empresa fundada por Thomas Osborne Mann a finales del siglo XVIII paga un precio simbólico de 24 botellas de vino al año a los dueños del terreno donde están asentados sus toros, aunque parece que nuestros amigos japoneses están tan contentos con su nueva figura que el pago ideal será simplemente ir a visitarlos.
TORO GALLERY
La bodega María Manuela, que data de 1841 y es uno de los cascos de la Bodega de Mora, alberga desde 2019 el espacio expositivo dedicado a los grandes hitos de Osborne desde su Fundación en 1772 y, especialmente la historia del Toro de Osborne; desde su creación en 1956 para la marca de Brandy Veterano hasta nuestros días, cuando cruzando todas las barreras, y pasando de ser un soporte publicitario a ser considerado bien interés cultural (BIC) en 1988.
La exposición cuenta con documentos inéditos -como cartas de Washington Irving, la misteriosa relación de la familia Osborne con Tolkien, quien escribió el famoso libro “El Hobbit” y obras de grandes autores del siglo XX inspiradas en el Toro de Osborne -piezas de Salvador Dalí, fotografías de Annie Lebovitz, Richard Avedon y Helmut Newton, diseños de Keith Haring, o un Toro de Osborne con cristales de Svarowski entre muchas otras piezas del mundo del deporte, del diseño y hasta de la música.