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DEL ESPARTO A LA ALPARGATA: EL AUGE DE LA FABRICACIÓN DE CALZADO EN ELDA

Desde la infancia, mi relación con el calzado fue peculiar. Con tan solo 2 o 3 años, mi excéntrico padrino me obsequió con una docena de pares de zapatos, forjando desde entonces mi pasión por el calzado. Y así, al visitar este museo, me sumergí en un viaje de recuerdos y emociones.

Pero ¿qué tiene de especial este museo en Elda? Acompañarme en un recorrido por la historia del calzado y de un lugar que se ha convertido en un tributo a esta industria.

DEL ESPARTO A LA ALPARGATA

En los montes que abrazaban el valle de Elda, abundaba el esparto, un recurso valioso que, en sus inicios, se vendía a otras localidades, incluyendo Elche y Villena en la provincia de Alicante, así como en regiones más distantes. Elda, en ese momento, no había incursionado en la industria alpargatera, aunque como en la mayoría de las poblaciones vecinas, algunas personas se dedicaban a la confección de alpargatas y otros utensilios de esparto.

Sin embargo, el siglo XIX marcó un giro en la historia de Elda. Surgieron artesanos zapateros que, con destreza artesanal, daban forma a sus zapatos y luego viajaban a pueblos cercanos para venderlos. A finales de ese siglo, en pleno auge de la Segunda Revolución Industrial, miembros de la burguesía local tomaron la audaz decisión de impulsar la industrialización de la industria del calzado.

¿CÓMO NACIÓ LA INDUSTRIA DEL CALZADO EN ELDA?

Se ha escrito mucho sobre la posible aparición de los primeros zapateros en la villa de Elda, aquellos que serían los pioneros en la industria de fabricación de calzados. Se han buscado hechos similares ocurridos en otras ciudades zapateras del entorno. Lo cierto es que, en la mitad del siglo XIX, algunos pueblos inician su actividad con el paso de la alpargata, hecha con piso de esparto, al calzado. Pero en Elda, a pesar de tener sus montes con esparto, que vendía a otras ciudades, la tradición alpargatera no fue la que la encauzó a la fabricación del calzado. La profesión, por las especiales características que rodearon a la villa de Elda en aquellos años, surge como una necesidad acuciante y la búsqueda urgente de una mínima economía que diese alimento a una parte de la población que acababa de perder su principal riqueza, la agricultura.

La huerta de Elda era rica, pero escasa. Sin embargo, los pobladores de aquellos primeros años de 1800 sustentaban su riqueza en esa débil agricultura. La desecación de una gran salina en Villena, realizada de forma incontrolada, secó los cultivos de los pueblos del medio Vinalopó y arruinó a muchas familias eldenses que vivían de los productos del campo.

Tras la salida de agricultores a otras poblaciones en busca de sustento para sus familias, en algunos lugares del casco viejo de la villa aparecieron algunos innovadores que comenzaron a hacer zapatos para vender en los mercadillos de los pueblos colindantes. Más o menos a aquellas personas se les tachaba de “lunáticos”, ya que no se concebía que con el producto de aquellos zapatos (especialmente para niños en los primeros momentos), se pudiese crear una mínima riqueza.

Los zapatos se hacían a las puertas de las casas, en su confección intervenían los familiares de los zapateros, mejor dicho aprendices de zapateros, que con gran imaginación iban perfeccionando su estilo. También se unían algunos amigos o vecinos y así la improvisación se iba extendiendo. Las ventas en pueblecitos como Salinas, Sax o Monóvar animaban a seguir confeccionando más zapatos, tanto para niños como para mayores. Lógicamente los pocos zapateros remendones que había en la villa de Elda marcarían las pautas del trabajo.

La comercialización de la máquina de coser, primero cosiendo vestidos y zapatos, siempre con el mismo tipo de máquina, aparece en el año 1840. En el año 1858 se pone en marcha la línea férrea Alicante-Almansa, con la que las comunicaciones y el proceso de ensamblaje darían un impulso a la fabricación y a la comercialización de zapatos. Los zapateros ya podían viajar con mejores medios a lugares más alejados.

Uno de los emprendedores más destacados fue Rafael Romero Utrilles, quien en 1876 fundó lo que podría haber sido una de las primeras fábricas de calzado de gran envergadura en la provincia. La llegada de la energía eléctrica a Elda en 1900 marcó un hito, ya que permitió la mecanización de las fábricas, lo que llevó al sector del calzado a un desarrollo extraordinario. Algunas empresas llegaron a emplear a más de mil personas en la ciudad.

Con estos pasos audaces y el entusiasmo de su comunidad, Elda comenzó su viaje para convertirse en una de las ciudades pioneras en la fabricación de calzado en España. Durante décadas, el sector creció y floreció, convirtiendo a Elda en la ciudad de referencia en la producción y exportación de calzado español. Un viaje fascinante a través del tiempo que nos muestra cómo Elda se ganó su lugar en la historia.

Aquellos núcleos de zapateros irían creciendo, y a finales de aquel siglo, el XIX, la industria de fabricación de calzados en Elda sería una realidad. Ya en la última década del siglo había fábricas de calzados en Elda que emplearían hasta 500 personas y producirían miles de zapatos de todas clases (en aquellos años los tipos de calzados de niño, caballero y señora se mezclaban dentro de las mismas naves industriales).

Si aquellos pioneros de la industria del calzado hubiesen buscado su trabajo y su riqueza en otras fuentes diferentes al calzado, Elda probablemente hoy sería otro tipo de ciudad.

Si aquellos precursores de la industria del calzado hubieran buscado su sustento en otras profesiones diferentes, Elda sería una ciudad muy diferente hoy en día. El calzado no solo ha consolidado su economía como una ciudad industrial, sino que también ha convertido a Elda en un epicentro de creatividad, diseño y artesanía. La industria del calzado ha dotado a la ciudad de un espíritu excepcional y ha fomentado un dinamismo único que es difícil de comparar con otras ciudades de la región.

LA EMOTIVA TRAYECTORIA HACIA LA CREACIÓN DEL MUSEO DEL CALZADO

En el año 1967, la industria del calzado en España logró un hito histórico al conseguir el mayor superávit en la balanza comercial del país. Este logro tuvo como protagonista a la Feria Internacional del Calzado y Afines (FICIA), nacida en la ciudad de Elda como Feria Nacional en 1960. En tan solo seis años, esta feria se convirtió en un pilar esencial de la economía española, superando incluso a productos emblemáticos como los cítricos en las exportaciones de la época.

Durante décadas, la apasionante idea de establecer un Museo del Calzado en Elda se mantuvo en constante debate. En el corazón de esta historia, encontramos a Alberto Navarro, ilustre cronista oficial de la ciudad desde 1956 y fundador del semanario “Valle de Elda,” quien con incansable determinación abogó por la necesidad de preservar la esencia y la artesanía de la industria local del calzado.

El trasfondo de este relato está tejido con los altibajos económicos desencadenados por la guerra y la posguerra. Sin embargo, en la década de 1950, el sector del calzado en Elda experimentó un renacimiento. En esos años, los industriales eldenses cosecharon notables éxitos en ferias y exposiciones de calzado, cuero y moda celebradas en ciudades de renombre como París, Chicago, Nueva York y Frankfurt. En ese contexto, una generación de emprendedores, respaldada por la patronal, la prensa local y otros personajes influyentes, compartieron la visión de impulsar el producto local y aumentar las ventas en Elda. El industrial Oscar Santos y otros valientes idearon una feria como la solución.

El punto culminante llegó en 1964, con la apertura de la Feria Internacional del Calzado y Afines en un nuevo recinto. En ese momento, el Diario Oficial de la FICIA lanzó un llamado a la creación de un museo del calzado, incluso con donaciones de zapatos con este noble propósito. En 1967, en la VIII Feria Internacional de Calzados, los visitantes pudieron apreciar los zapatos bajo la etiqueta “Museo del Calzado.” Sin embargo, esta valiosa iniciativa se quedó en un modesto stand; los zapatos quedaron guardados en cajas y sufrieron daños por inundaciones e incendios en el recinto ferial. Ninguno de esos zapatos tuvo la oportunidad de llegar al museo que conocemos hoy.

A pesar de varios intentos en años posteriores, como el proyecto de un museo en el Centro de Formación Profesional o la colocación de la “primera piedra simbólica” en 1974, nada parecía cuajar. En el proceso, los trabajos artesanales y las piezas únicas vinculadas al calzado y su industria estaban en riesgo de desaparecer, y las tradiciones artesanales que habían dado lustre a las comarcas del Bajo, Medio y Alto Vinalopó también corrían peligro de extinguirse.

Hablando de cultura y calzado, recuerdo una anécdota personal con nostalgia: yo era una adolescente viviendo en Hong Kong en los años 70 y tuve la suerte de asistir a una feria internacional. Elda participaba en este evento con un llamativo stand de calzado. En aquel día especial, mi madre tuvo el honor de cortar la cinta inaugural. Este recuerdo, con el paso del tiempo, se ha convertido en un capítulo fascinante de mi propia historia, lleno de emoción y añoranza por aquellos tiempos pasados.

Sin embargo, a finales de los años 80, los vientos comenzaron a cambiar. Se pusieron en marcha esfuerzos dedicados a recopilar y catalogar objetos relacionados con el calzado. Los alumnos de Formación Profesional en el curso 1986-1987, bajo la dirección del profesor de Tecnología del Calzado, José María Amat Amer, llevaron a cabo una labor valiosa de recopilación e investigación. Esto sentó las bases para la creación de una colección museográfica sobre el calzado. Este esfuerzo coincidió con el cierre de algunas de las industrias más antiguas de la zona, lo que permitió recuperar maquinaria, zapatos y objetos de los albores de la industria del calzado en Elda.

Finalmente, el 17 de enero de 1991, un Convenio de Colaboración dio vida a la “Fundación Cultural Privada Museo del Calzado,” que asumió la titularidad y gestión del museo. El museo abrió sus puertas de manera provisional el 12 de diciembre de 1992 y fue oficialmente reconocido como Colección Museística Permanente por la Consejería de Cultura, Educación y Ciencia el 24 de marzo de 1994. Posteriormente, la Consejería de Industria financió la construcción de un edificio único en el antiguo recinto ferial, que se inauguró el 4 de febrero de 1999 con la grata presencia de S.A.R. La Infanta Doña Elena.

Así, la historia del Museo del Calzado de Elda nos recuerda que los sueños pueden cumplirse si se mantienen vivos con pasión y esfuerzo.

EL MUSEO

¿Qué es el arte en el Calzado? Un par de zapatos para nuestros pies. Esa obra que refleja la anatomía, la moda, la elegancia y la personalidad de quien los calza. “Mis Zapatos son Esculturas”, decía Roger Vivier. Decía Azorín “y del Calzado ¿Qué hemos de decir? ¿Qué diremos de la gran variedad de esta prisión de nuestros pies? Diversidad hay desde el zapato para el trabajo hasta el zapato para la belleza”. Abrir las puertas a todo aquello que represente historia, novedad y creación, rompiendo una lanza en favor del mundo del calzado, invitando a aquellos que sientan la inquietud y la curiosidad de visitarlo a que “Pasen, Pisen y Vean”; no sólo reflejar en este Museo del Calzado lo que fue su industria, sino lo que es y será, siendo pues el Instrumento del mañana.

En el corazón de Elda, se despliega un tesoro cultural único, el Museo del Calzado. Este museo no es solo una colección de objetos; es un viaje encantador a través de la historia del calzado. Ocupando un espacioso edificio de planta baja y cuatro pisos, el museo abarca la asombrosa cantidad de 2,500 metros cuadrados. Divide su magia en cuatro secciones fascinantes: Documentos-Archivo-Arte-Títulos, Zapatos y Maquetas, Utensilios y Herramientas, y Maquinaria. Pero eso no es todo, también guarda y exhibe las técnicas de fabricación tradicionales, convirtiéndose así en una invaluable fuente de conocimiento e investigación para los apasionados del calzado.

No te pierdas la historia enternecedora de una máquina que encontró su hogar en este museo. Se trata de una máquina que, en sus días de esplendor, se usaba en la fabricación de hormas en la industria auxiliar del calzado. Pero aquí viene lo especial: un habilidoso obrero, con destreza e ingenio, adaptó esta máquina con piezas de otras maquinarias, ¡incluso de diferentes sectores industriales! A pesar de retirarse tempranamente a los 55 años debido a una lesión, este genio era el único que sabía cómo operarla. Con el tiempo, la máquina llegó al museo, acompañada de una fotografía del obrero en sus años de juventud, mientras la utilizaba con pasión. Pasaron más de 25 años hasta que, a sus 95 años, el hombre pudo visitar la máquina que fue su compañera de vida, y las lágrimas de emoción brotaron. Aunque este héroe anónimo nos dejó algún tiempo después, su espíritu vive a través de su máquina y su inspiradora historia.

Otro tesoro en este recinto es la “Colección Aguado”, un generoso legado de la familia Aguado. Esta familia tuvo un papel pionero en la fabricación industrial de hormas en España, y su colección incluye máquinas y utensilios que son auténticas joyas únicas en el mundo.

Pero hay algo más: una tradición encantadora que hace de este museo un lugar de encuentro para celebridades. Cuando los famosos lo visitan, dejan sus zapatos junto con una fotografía dedicada.

Una de las secciones más destacadas es “Zapatos con Historia”, que exhibe zapatos de personas famosas en los campos artístico, deportivo y cultural, como Lola Flores y Rafa Nadal, entre otros. Además, el museo otorga anualmente el premio “Mejor Calzada de España” a mujeres con prestigio social que actúan como embajadoras del calzado durante un año completo.

Un ejemplo que brilla es el de Luis García Berlanga, quien dejó su huella en el museo al inmortalizarse con una foto que captura su espíritu creativo. Sus manos, separadas, enmarcan un zapato de tacón de aguja, un símbolo de erotismo. Esta inspiración llevó a la creación de premios como el “Premio periodístico Luis García Berlanga” al zapato femenino de calidad, el premio a la “Mujer Mejor Calzada de España” y el premio “Elda, Ciudad del Calzado” al Comercio de Elda.

PREMIO MEJOR CALZADA

El Premio Mejor Calzada de España es un nombramiento honorífico que se plantea con el objetivo de poner en valor el calzado español, destacando a mujeres de reconocido prestigio social y con importante presencia mediática, que por méritos actúen como embajadoras del zapato durante un año completo, comprometiéndose a contribuir en la difusión de la extraordinaria calidad y del diseño de las firmas y fabricantes, así como del buen hacer de los artesanos zapateros.

La mujer Mejor Calzada de España es distinguida con esta mención durante la gala anual que se celebra en el Museo del Calzado de Elda ante los ojos de personalidades, empresarios del sector y medios de comunicación. Durante la misma, recibe el trofeo y el alfiler con el símbolo del Zapato Alado que representa el espíritu del galardón y que significa la responsabilidad que se le otorga a la hora de “hacer volar” a la industria, alzándola con esmero obviando cualquier frontera. Para este fin, la premiada recibe las joyas más valiosas: los pares de zapatos que las empresas colaboradoras crean pensando específicamente en las características de quien va a calzarlos. Éstos le son entregados durante una ceremonia el mismo día de la gala.

El Museo del Calzado de Elda no es solo un museo, es una experiencia cautivadora. Es el lugar donde la pasión por el calzado cobra vida, y donde la historia se entrelaza con el ingenio humano. Ven y descubre la magia del calzado en su esencia más pura. ¡Este museo te enamorará desde el primer paso!

ZAPATOS ESPAÑOLES POR EL MUNDO

Durante décadas, Elda ha ostentado su título como un epicentro de la producción de calzado en España. Los productos de esta ciudad se han exportado a los cuatro rincones del mundo, conquistando los armarios de los más exigentes amantes del calzado.

La Feria Internacional del Calzado y Afines, cariñosamente conocida como FICIA, se celebra en Elda y ha desempeñado un papel crucial en el éxito de esta industria. Lo que comenzó en 1960 como una modesta Feria Nacional se convirtió en un evento internacional de renombre. En 1967, la FICIA contribuyó de manera significativa al superávit de la balanza comercial de España, impulsando aún más la industria del calzado en la región. Un verdadero escaparate para el mundo.

Pero el impacto de Elda no se limita a lo económico; también es una historia cultural. La pasión por el calzado se vive día a día en la ciudad, y eso se refleja en el icónico Museo del Calzado. Este proyecto fue una verdadera odisea, una lucha por preservar la historia y la artesanía del calzado. A pesar de los obstáculos, en 1992 se logró abrir sus puertas, y el museo se convirtió en un faro de cultura y tradición.

El Museo del Calzado, un tesoro de 2,500 metros cuadrados, alberga una sorprendente colección de objetos, máquinas y herramientas relacionadas con la fabricación de calzado. Entre sus tesoros, se encuentra la caja de limpiabotas que alguna vez sirvió en el Casino de Alicante, vendida hace 40 años y donada al museo por un generoso socio.

Pero el museo no es solo un guardián de objetos; es un portal al pasado. Aquí, las técnicas tradicionales de producción se exhiben con orgullo, convirtiéndolo en una invaluable fuente de conocimiento sobre la industria del calzado en España.

Hoy, la industria del calzado sigue siendo un pilar crucial de la economía de Elda, y el Museo del Calzado, un testigo vivo de su rica historia.

En el 2010, para celebrar el 50 aniversario de la FICIA, se llevó a cabo una exposición que dejó huella en todo el país. Cincuenta zapatos gigantes, pintados y decorados por artistas de renombre llenaron la plaza de Elda. Algunos de estos colosos del diseño viajaron a otras ciudades del país, con especial mención para la Gran Vía y la Calle Serrano en Madrid. Un recordatorio de que la creatividad y el estilo de Elda llegan a cada rincón de España.

ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES

La historia del museo también incluye anécdotas entrañables. La donación de un antiguo limpiabotas del Casino de Alicante, que vendió su caja de limpiabotas a un socio, es un ejemplo de cómo objetos aparentemente comunes encuentran su hogar en este museo único.

Y hablando de donaciones, la historia de Julio Vibot, un zapatero de Palencia que dedicó su vida a ayudar a personas con traumatismos en los pies, es conmovedora.

José María Amat Amer, fundador y director del Museo del Calzado de Elda de 1992 a 2005, relata que en Palencia capital existía un pequeño Museo del Calzado, propiedad de Julio Vibot, un zapatero que, desde temprana edad, adquirió habilidades en la fabricación de calzado. Tras la Guerra Civil (1936 – 1939), dedicó todos sus esfuerzos a ayudar a personas con graves problemas en los pies, fabricando hormas, pies simulados y plantillas. Su reputación se extendió por todo el país, y Vibot abrió varias clínicas y consultorios a los que acudían clientes en busca de sus servicios. Además, visitó Elda en varias ocasiones durante las Ferias del Calzado, donde impartió conferencias y charlas en diversas universidades.

Cuando Amat Amer visitó aquel local palentino lleno de visitantes, ni imaginaba aún la creación de un museo. Vibot compartió sus experiencias y le aconsejó sobre cómo crear un espacio expositivo atractivo. José María Amat Amer explicó los intentos en Elda por parte de la FICIA en 1964 y 1965, incluyendo el fracaso de abrir un estand con el nombre de “Museo del Calzado” en 1965. Vibot lo animaba y visitaba el museo casi cada año, donde compartían conversaciones sobre las fascinantes piezas que contenía su museo.

Julio Vibot nació en Cuenca de Campos, y su casa de nacimiento tiene una placa conmemorativa. Fue reconocido por su amor al calzado y su incansable trabajo. Cuando Amat Amer compartió su proyecto de levantar un museo en Elda y la posibilidad de que su colección pudiera llegar a la ciudad en el futuro, Vibot manifestó su intención de donarla a la Diputación de Palencia, su lugar de residencia desde la infancia. ¿Qué hacía una diputación con una amplísima muestra de zapatos en unas tierras en las que no existía tradición zapatera?, ¿dónde lo pondrían?

La donación se concretó, y el museo se envió a un pueblo llamado Astudillo, en la provincia de Palencia, donde quedó a cargo de las monjas clarisas del Monasterio de Santa Clara, un convento también conocido como el Palacio de Pedro I y declarado Monumento Histórico Artístico.

Después de unos meses de estar abierto en ese lugar, el obispo lo cerró, como era de esperar. Julio Vibot Tristán cayó en una profunda depresión, y tras recibir una llamada de su amigo José María, lo citó en ese pueblo para donar todo su museo a la ciudad de Elda, que sabría apreciar su obra. José María partió rápidamente hacia Palencia y tuvieron una reunión con la superiora del Convento. Luego, fueron a la notaría para formalizar la donación y trasladaron la colección a Elda en octubre de 1998.

La colección de Julio Vibot se ubicó en una de las salas del Museo del Calzado, y él alquiló un piso en Torrevieja para vivir cerca de “la obra de su vida”. Sin embargo, el Alzheimer lo obligó a regresar a Palencia, donde su salud se deterioró rápidamente. Un día, se desorientó, llegando al río Carrión, donde solía pasear, y lamentablemente perdió la vida en sus aguas. Su recuerdo perdura entre las paredes del Museo del Calzado y en el corazón de todos los que lo conocieron.

Finalmente, esta otra curiosidad tiene lugar en un almacén de antigüedades en París, dónde se encontró un par de zapatos que datan de la época de la Revolución Francesa. El propietario los entregó a la persona que estaba iniciando el museo. Sin embargo, pasados unos meses, el antiguo propietario llamó para reclamar los zapatos, ofreciendo pagar casi diez veces más de lo que había recibido por ellos inicialmente.

RUTA OUTLET

El grado de repercusión que ha tenido Elda a lo largo de los últimos años en todo el mundo y en especial en España, ha llevado a la creación de la «ruta outlet» de calzado donde adquirir auténticas joyas para tus pies.

La ruta outlet de calzado está compuesta por diferentes recorridos de la ciudad, donde podremos visitar (a pie en la mayoría de los casos) muchas de las tiendas de marcas de renombre y donde se puede adquirir calzado de diseño y gran calidad. Todos ellos fabricados en la ciudad a precios muy asequibles, con la denominación “Made in Spain”. Son muchas las marcas que durante años han ido desarrollando numerosos zapatos de alta calidad con las que han vestido a celebridades y gente a lo largo y ancho del planeta. Empresas como Chie Mihara, Sara Navarro, Magrit, Paco Herrero, Rebeca Sanver, Sneep Crew o Lodi, donde se puede ver el desarrollo de un zapato desde su creación. Los recorridos de la Ruta Outlet Elda de Calzado se divide en varias “zonas”, donde puedes ver diferentes tiendas de calzado muy cerca unas de otras. Es cierto que durante estos últimos años esta Ruta Outlet del calzado ha sufrido algunos cambios en su recorrido, tiendas que han cambiado de ubicación o directamente han cerrado, sobre todo en la época del covid en el año 2020 y 2021 donde a cambio han desarrollado también la ruta “Tiendas Online”.

GRACIAS

Si tienes la oportunidad de visitar Elda, este museo es una parada obligada. Abierto de martes a sábado, es un lugar donde la historia, la cultura y la pasión se entrelazan para dar vida a una experiencia inolvidable. Desde los orígenes rurales de la industria del esparto hasta el florecimiento de la fabricación de calzado en Elda, este museo captura la esencia de una ciudad dedicada al calzado.

Aquí hago un inciso para felicitar y dar las gracias a la Fundación Museo del Calzado de Elda, de donde se ha extraído parte de la información de este post.

Espero que disfrutéis tanto como yo de esta travesía por el Museo del Calzado en Elda y que esta breve inmersión en su historia haya sido tan emocionante para ti como lo fue para mí.

¡No dudes en compartir tus experiencias y opiniones sobre el Museo del Calzado en Elda!

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