Andalucía con 10 premios se erige en la Comunidad Autónoma más galardonada
Los 196 miembros de la AEPEV, a la que tengo el honor de pertenecer, han elegido como mejor vino del año 2023 el O Luar do Sil 2022, de la empresa Pago de los Capellanes, de la DOP Valdeorras en una votación donde se ha visto reflejada la pluralidad de España respecto a la producción de vinos con medallas para 9 de las 17 Comunidades Autónomas.
Andalucía, con 10 vinos y espirituosos, es la Comunidad con mayor representación, a las que acompañan, Galicia con 7; Comunidad Valenciana con 4; Castilla y León con 3, Castilla-La Mancha, Cataluña, Navarra y La Rioja con 2 y País Vasco con 1.
Por denominaciones de origen, IGP o lugares geográficos Montilla-Moriles y Jerez han acaparado 3 premios, los mismos que la provincial de Sevilla; Cava, La Rioja, Navarra, Tomelloso, Toro, Utiel-Requena y Valdeorras 2 y Ribeiro, Rías Baixas, DE Orujo de Galicia, Alicante, VT Tres Riberas, Galicia, Escocia, Guatemala, Jerez de la Frontera y Reus 1, tambien fue premiado un Vino de mesa.
Es importante resaltar que los Premios AEPEV no son un Concurso o una cata al uso. Ser incluido entre los productos a valorar es solo potestad de los líderes de opinión (socios de AEPEV) en función de las noticias generadas durante el año y también considerando los productos catados por ellos a lo largo del 2023. La relación entre productores y comunicadores generan noticias y estas popularizan los vinos y espirituosos. Estos Premios AEPEV, reconocen a los mejores, según el criterio particular de cada uno de nuestros socios.
Los miembros de AEPEV, eligieron 451 vinos y 108 espirituosos, que tras la primera selección determinaron el cuadro de finalistas con 155 vinos, 59 espirituosos y 10 vermuts que votaron en segunda vuelta los periodistas y cuyo resultado es el siguiente MEDALLERO DE HONOR.
Ahora os presento la bodega Pago de los Capellanes, dónde nació todo de la mano de la familia Rodero Villa que están presentes en Ribera del Duero y Valdeorras.
En el siglo XV, los capellanes de Pedrosa de Duero, en la Ribera burgalesa, obtuvieron varias viñas en pago por diezmos, misas y oraciones. Aquella propiedad se convirtió con el tiempo en uno de los “pagos” más reconocidos del pueblo. Una auténtica joya de la viticultura local, que los vecinos bautizaron con un nombre directamente relacionado con su origen.
Tras las desamortizaciones del XIX, el afamado viñedo de los capellanes de Pedrosa se repartió entre varias familias de la localidad. Décadas más tarde encontramos a un modesto labrador, Doroteo Rodero, cuidando algunos de aquellos majuelos. En su faceta de practicante del médico, Doroteo fue alguien muy querido en el pueblo. Se cuenta que tras pasar el día en la viña visitaba a sus pacientes, a los que dedicaba todos los cuidados y atenciones.
Criado entre cepas de tinto fino, el hijo de Doroteo Rodero, Paco, recuperó el viñedo familiar en Pedrosa y junto a su mujer, Conchita Villa, empezó a ampliar la propiedad. Fueron de los primeros viticultores de la Denominación de Origen Ribera del Duero y en 1996 fundaron la bodega al pie de las viñas. Más tarde se incorporó a Pago de los Capellanes la tercera generación, en la persona de Estefanía Rodero Villa, hija de Paco y Conchita. Con ella se asegura la continuidad familiar de la bodega y de los proyectos que nos han llevado a otras zonas y paisajes.
En 2014, hicimos realidad la ilusión por elaborar vinos blancos que siguieran la misma filosofía que los tintos de Pago de los Capellanes: intensidad, carácter, complejidad y aptitudes para una larga guarda. Estas virtudes nos esperaban a más de 300 kilómetros al oeste, en la pequeña y tradicional zona de Valdeorras, en Galicia. Así es como nació O Luar do Sil, la segunda bodega de la familia.
En el límite sur de la Ribera del Duero, recorremos nuevos caminos por las laderas de Fuentenebro. Sus viñas, plantadas en la tierra roja a una altura de 1.000 metros, muestran una identidad fresca, viva y sutil. Con ellas empezamos a escribir capítulos de futuro en nuestra historia familiar.
NOTAS DE CATA O LUAR DO SIL GODELLO 2022
Vino blanco fresco 100% Godello, vibrante y nítido, con un suave ‘bâtonnage’ durante 2 meses sobre lías.
Bodega: Pago de los Capellanes
D.O.: Valdeorras
Variedad: Godello 100%
Capacidad: 75 cl.
CARACTERÍSTICAS O LUAR DO SIL GODELLO 2022
O Luar do Sil Godello 2016 es el nuevo vino blanco joven que Bodegas Pago de los Capellanes ha elaborado en Valdeorras con uva Godello en su totalidad. Un vino blanco con su filosofa 100%, un vino especial, complejo e intenso y de larga guarda. Un vino elaborado en la bodega de reciente creación O Luar do Sil que nace para realzar la pureza de la variedad godello en un vino vivo, fresco, limpio y sincero. Con su tapón de vidrio de cierre hermético se conservará muy bien una vez abierto unos días en fresco. Eso si consigues no beberte la botella entera. No te lo pierdas que hay muy pocas botellas.
NOTA DE CATA
VISTA
Color amarillo muy pálido con reflejos verdosos, limpio y brillante.
NARIZ
Su aroma con intensidad, complejidad y elegancia nos habla de la calidad extraordinaria de este Godello delicado y floral.
BOCA
En boca muestra cierta salinidad, es sabrosón y bien equilibrado. Superará tus expectativas.
MARIDAJE
Aperitivos, quesos frescos, carnes blancas, aves, pescados, marisco, arroces, risottos.
O Luar do Sil Godello 2022 procede de los viñedos en ladera granítica del pueblo de Seadur (Orense), y elaborado en la bodega de reciente creación O Luar do Sil.
Un Godello evolucionará positivamente en la botella durante los próximos 3 años.
Con esta bodega, la familia Rodero Villa (Pago de los Capellanes) cumplió su sueño de elaborar un vino blanco con su filosofa 100%, un vino especial, complejo e intenso y de larga guarda. Actualmente ya elaboran 3 vinos blancos en esta región, en una ubicación que les ha permitido, a través de una viticultura tradicional, elaborar sus vinos con toda la expresión de la variedad y el carácter del terruño.
El territorio de la DOP Valdeorras tiene unas 1.300 hectáreas de viña, localizadas a lo largo del valle del Sil, al nordeste de la provincia de Orense, en el límite con el Bierzo leonés. Las zonas de producción ocupan las laderas y el fondo de valle de los ríos Sil, Xares y Bibei. En ellas, el clima es algo más seco que en el resto de Galicia, se atenúa la influencia atlántica y se incrementa la continental. El clima del territorio se caracteriza por unos inviernos fríos, unos veranos cortos y calurosos, un largo otoño y una primavera suave. La temperatura media es de unos 11ºC y la pluviosidad media se sitúa entre los 850 y los 1.000 mm anuales.
VITICULTURA Y SUELOS
Los suelos son variados, pudiéndose encontrar terrenos pizarrosos, graníticos e incluso calizos, junto a suelos aluviales de cantos rodados que se asientan sobre los sedimentos de las terrazas fluviales. También los hay arcillosos. Los viñedos se sitúan entre los 300 y los 700 metros sobre el nivel del mar.
TIPO DE VINOS
La mayor parte de los vinos son blancos jóvenes y blancos criados sobre lías o en madera. Entre ellos se encuentran algunos de los vinos de alta calidad que hoy se incluyen en las cartas de los mejores restaurantes, tanto por su versatilidad como por su fuerte personalidad. La variedad de uva Godello confiere a estos vinos una gran intensidad aromática, un fuerte carácter mineral y mucho volumen y cuerpo en boca que no limitan su frescura. También tienen una gran personalidad los tintos elaborados con la variedad Mencía, destacable por su carácter atlántico.
HISTORIA DE UNA COMARCA
La tradición vitícola de Valdeorras se remonta a la época romana. Al amparo de un microclima mediterráneo-oceánico, los romanos, plantaron viñedos y construyeron lagares. Dieron así origen a una cultura, hoy secular, en la atención de la viña y la elaboración de exquisitos vinos, a los que cantaron romeros y peregrinos de camino a Santiago.
Desde aquella época, el arduo camino recorrido por viticultores y elaboradores fue dando sus frutos hasta conseguir que, en el año 1945, se reconociese la Denominación de Origen Valdeorras por Orden Ministerial. La Entidad, nació con la vocación de trabajar en la recuperación de variedades autóctonas como el Godello y el Mencía, siendo sus líneas fundamentales de actuación las de apostar por la calidad, impulsar el control, facilitar la promoción y buscar nuevos caminos de expansión y comercialización.
Actualmente, la labor vinícola y el complejo mundo a su alrededor se organiza a través del Consejo Regulador, órgano que rige los destinos de la Denominación de Origen, abarcando las superficies vitícolas de los municipios de A Rúa, Carballeda de Valdeorras, Larouco, O Barco, O Bolo, Petín, Rubiá y Vilamartín.
Las zonas de producción ocupan gran parte de las cuencas de los ríos Sil, Xares y Bibei. En ellas, el clima es más seco que en el resto de Galicia, mezclándose la influencia atlántica con rasgos de la continental. La temperatura media es de unos 11ºC y el índice de lluvias oscila entre los 850 y los 1.000 mm. anuales.
Los suelos son variados, desde los pizarrosos, poco profundos, pasando por los graníticos, más ricos en arena, hasta los que se asientan sobre sedimentos y terrazas, donde abundan los cantos rodados. En esta diversidad de terrenos se aprecian, fundamentalmente, dos vinos monovarietales. El más emblemático, el blanco de Godello, es de fino aroma afrutado, color amarillo, dorado o pajizo, y buena estructura en boca, con una graduación alcohólica media de 12,5º. En tintos destacan los elaborados con Mencía, de intenso color púrpura y elegante aroma afrutado, ligeros y sabrosos, con buen equilibrio alcohol-acidez, apetitosos y de retrogusto intenso y prolongado.
Tras años de esfuerzo investigador, de implantación de nuevas tecnologías y la modernización del proceso de producción, se ha conseguido que los vinos de Valdeorras estén entre los mejores de España y que se exporten a los cinco continentes.
Valdeorras, la comarca más oriental de la provincia de Ourense, está situada en la Galicia próxima a la provincia de León, en el noroeste de España.
La historia geológica de la comarca provocó que gran parte de su suelo esté compuesto por pizarras, cuarcitas y esquistos. Durante los últimos 2.500 millones de años, Valdeorras sufrió numerosos cambios climáticos y etapas glaciares que dejaron numerosas huellas en las zonas montañosas, constituyendo un paisaje natural único, con la formación de terrazas fluviales y un fuerte encajonamiento de los cauces.
La riqueza de los recursos naturales y la fertilidad de sus tierras, convirtieron a Valdeorras en espacio de acogida de numerosos pueblos a lo largo de la historia. Como testimonio de la presencia antigua del hombre, todavía hoy podemos ver restos megalíticos en la Sierra da Enciña da Lastra, además de trazos rupestres y los petroglifos de Valdegodos, Petín y San Esteban de A Rúa Vella.
Las primeras citas históricas referentes a Valdeorras aparecen en las fuentes clásicas: Plinio, al hablarnos de los Gigurri, denominados Egurros por Ptolomeo, se refiere a ellos como uno de los 22 pueblos dependientes del antiguo Convento Jurídico Aturicense, con capital en Astorga. Tradicionalmente se consideró a los «Guigurros», junto con los «Calubrigensis», como los antiguos pobladores de Valdeorras.
La llegada de las legiones romanas supuso un cambio drástico en la vida diaria de nuestros antepasados, ya que, mientras los asentamientos castreños se ubicaban en terrenos de alta montaña, los romanos trasladaron los núcleos poblacionales a zonas llanas. Esto provocó la dispersión y el traslado continuo, que dio lugar a la construcción de una de las vías más importantes de la Península Ibérica, la Vía «XVIII» o «Vía Nova». Procedente de «Brácara Augusta» (Braga) y con dirección a «Astúrica Augusta» (Astorga), cruzaba Valdeorras de suroeste a noroeste. El único acceso a Galicia que no atraviesa las montañas y, por lo tanto, transitable en invierno. De ahí su posterior utilización como Camino Real o Camino de Invierno en el Camino de Santiago.
Es opinión generalizada que la vid productora de uvas, la Vitis viniferas, fue traída a Galicia por los romanos, o, al menos, que ellos fomentaron su cultivo. Algunos estudios arqueológicos señalan que pudo ser Lucio Pompeyo Reburro quien plantó la primera cepa en Valdeorras.
Con la caída del Imperio Romano llegaron suevos y visigodos. Quedan restos prerománicos destacables en Petín, Valencia do Sil, Xagoaza, Córgomo y A Rúa. Fue una época oscura que terminó con el despoblamiento de la comarca: por la invasión árabe y muy especialmente por la ubicación de Valdeorras como única tierra de paso en la frontera con la meseta.
Tras la unificación político-religiosa de la Península Ibérica, llegó un período de paz y esplendor. Es en esta época cuando aparece la primera noticia escrita referida a la existencia de viñas en Valdeorras. El documento data del 19 de octubre del año 940.
Con las influencias de los grandes monasterios, la cristianización y el asentamiento de las órdenes monásticas, comienza una época de transición que desembocará en uno de los tiempos más interesantes en el devenir histórico del valle: la etapa en la que esta comarca adquiere personalidad propia constituyéndose en una unidad concreta y con cierta independencia, bajo la tutela de los condes de Ribadavia.
El vino era indispensable en la economía, donde se contabilizaban más de 200 terrenos dedicados a su labor.
Los principios de siglo XIX tiñeron de sangre estas tierras como consecuencia del paso de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia, que libraron con éxito los paisanos, liderados por los denominados «curas guerrilleros».
A finales del siglo XIX, la Revolución Industrial y el avance en las comunicaciones trajeron el ferrocarril: el 1 de septiembre de 1883 se abría la línea Palencia-A Coruña por Valdeorras. Soplaron así vientos favorables, también para el cultivo de la vid, ya que, de la conjunción de variedades autóctonas y técnicas adecuadas, surgía un vino de alta calidad y fuerte carácter.
En 1882, la filoxera invadió los viñedos de Valdeorras. Aquella peste destruía más de 1.000 hectáreas en pocos años. Sin embargo, fue un ilustre valdeorrés llamado José Núñez quien descubrió el antídoto para exterminar la plaga: arrancar las cepas infectadas y quemar toda sustancia orgánica contaminada para replantar con injertos de castas europeas sobre patrones de origen americana. Tras un exhaustivo trabajo, la comarca logró recuperar la abundancia de sus viñedos.
El siglo XX se vio marcado por el éxodo rural, la emigración masiva a América del Sur primero y a Centroeuropa después, la recesión económica de la postguerra civil, el descenso del consumo de wolframio, la explotación de las canteras de pizarra a nivel industrial, y la instalación de embalses y centrales hidroeléctricas.
Hoy en día, la comarca está compuesta por nueve municipios: A Rúa, A Veiga, Carballeda, Larouco, O Barco, O Bolo, Petín, Rubiá y Vilamartin. Exceptuando A Veiga, todos disponen de explotaciones vitícolas que dotan al territorio de una singularidad única. La calidad de los caldos de Valdeorras, la convierten en todo un referente en el sector y despiertan el interés nacional e internacional, por una región donde el vino se convierte en expresión máxima de la tierra, abanderando su esencia en una botella.