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TOMELLOSO, EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE LA MANCHA

Si estás buscando una experiencia que combine historia, arte, gastronomía y un buen vino, Tomelloso, a tan solo hora y media de Madrid, podría ser tu próxima parada ideal. Este municipio manchego, conocido por sus 2.200 cuevas vinícolas y su riqueza cultural, promete conquistar el corazón de todo viajero ávido de historias memorables.

Un viaje a Tomelloso siempre promete sorpresas, pero para los amantes del arte, la gastronomía y el buen vino, la experiencia puede elevarse a un nivel casi sublime. Entre viñedos que se extienden hasta donde alcanza la vista y un ambiente que respira historia, se encuentra el Museo Antonio López Torres, un lugar que merece ser el centro de cualquier ruta cultural por esta región manchega. ¡Prepárate para un recorrido lleno de encanto y sorpresas!

La Posada de los Portales

 

Nuestro viaje comienza en la Posada de los Portales, una auténtica joya arquitectónica del siglo XVIII ubicada en plena Plaza de España. Este edificio, construido en 1778 por iniciativa de Ángela Peñacarrillo y Morales, es un testimonio vivo de la arquitectura manchega y de cómo esta región acogía a viajeros y comerciantes en tiempos pasados.

Con su fachada de balaustres torneados sobre un soportal de columnas toscanas y pilares, la Posada de los Portales es un deleite visual. La galería superior, con vigas sobre zapatas, y las balconadas corridas de madera evocan el bullicio de épocas pasadas. Su planta cuadrangular incluye un patio empedrado y una entrada porticada, con un gran portón de madera flanqueado por ventanas con rejas de forja. El interior no se queda atrás. Conserva un antiguo hogar con vigas de madera, una cocina primitiva con su gran campana-chimenea y diversos utensilios de época. También se pueden apreciar los espacios originales como cuadras, pajares y dormitorios.

Declarada Monumento Histórico Artístico de Interés Provincial en 1982 y restaurada en los años 90, la posada es hoy un Centro Cultural que alberga exposiciones temporales y eventos, además de ser sede de la Oficina de Turismo. Pasear por sus pasillos es transportarse en el tiempo y vivir el alma manchega en su máximo esplendor.

 

 De la Fragua al Futuro Sostenible

 

Llegar a Tomelloso, en pleno corazón de La Mancha, es como abrir un libro que combina historia, innovación y sabores inconfundibles. Este viaje no solo me llevó a saborear lo mejor de la región, sino también a descubrir cómo su ingenio ha trascendido generaciones y sectores.

En pleno corazón de La Mancha, la ciudad de Tomelloso se erige como un símbolo de tradición, innovación y resiliencia. Su historia, marcada por la destilación de alcoholes y la producción vinícola, no solo la convirtió en un referente económico, sino que también dejó una huella indeleble en la cultura y el paisaje de la región.

 

Chimeneas que Cuentan Historias

El horizonte urbano de Tomelloso está salpicado de majestuosas chimeneas de ladrillo, reliquias del siglo XIX que narran su pasado industrial. Estas estructuras no solo simbolizan la época de auge en la destilación de alcoholes, sino que también recuerdan el esfuerzo y la capacidad de adaptación de una comunidad que supo transformar sus recursos en oportunidades. A lo largo del siglo pasado, Tomelloso se consolidó como un epicentro de la producción de alcohol vínico, derivado de su tradición vinícola, con una destacada apuesta por la variedad de uva Airén, ideal para la destilación.

La Revolución del Brandy en Tomelloso

Durante el siglo XX, Tomelloso vivió una época dorada con más de 50 empresas dedicadas a la producción de destilados, incluidas holandas, aguardientes y flemas, consolidándose como una potencia en la industria. En este contexto emergió Bodegas Peinado, fundada en 1820, que destacó por su capacidad para conectar La Mancha con mercados internacionales, incluso el exclusivo mundo del coñac francés.

El Coñac Manchego: Una Historia de Honor y Oportunidad

El término “coñac” se asocia exclusivamente con la región francesa de Cognac, pero entre 1872 y 1972, las botellas de Bodegas Peinado lucieron esta denominación gracias a un evento histórico excepcional. En 1868, la filoxera, un devastador pulgón, arrasó los viñedos franceses, obligando a los productores de Cognac a buscar alternativas en otros países. Las uvas y el destilado manchego, elaborado siguiendo técnicas tradicionales, se convirtieron en el salvavidas de la industria francesa. Así, Bodegas Peinado no solo abasteció a Cognac, sino que también recibió el privilegio de usar el término “coñac” en sus etiquetas durante un siglo.

Esta distinción, retirada en 1972 debido a las regulaciones de denominación de origen, dejó un legado imborrable. Hoy, las antiguas botellas de “Coñac Peinado” son auténticas piezas de coleccionista que narran una fascinante historia de cooperación transnacional.

La Modernidad y el Futuro

Aunque ya no se utiliza el término “coñac”, Tomelloso sigue siendo un referente en la destilación de brandy. Grandes empresas como Grupo Osborne y Bodegas Fundador mantienen su actividad en la ciudad, combinando métodos tradicionales, como el uso de alquitaras de cobre, con tecnología moderna para garantizar sostenibilidad y calidad.

Osborne, con su destilería de 23,000 metros cuadrados, produce holandas y aguardientes de alta gama que abastecen tanto al mercado nacional como al internacional, incluyendo la producción de cognac en Francia. Por su parte, Bodegas Fundador conserva su vínculo con Tomelloso desde 1874, cuando estableció su destilería en la ciudad, y sigue destacando en la elaboración de brandies excepcionales.

El Coñac y la Identidad Manchega

El caso de Bodegas Peinado demuestra cómo un producto local puede trascender fronteras, situando a Tomelloso en el mapa de las bebidas espirituosas de prestigio mundial. Aunque hoy las etiquetas de las botellas lucen el nombre “Brandy Peinado”, su calidad sigue siendo motivo de orgullo para La Mancha, con una presencia destacada en Europa, Asia y Latinoamérica.

La historia del coñac manchego no es solo un relato de comercio e industria; es un tributo al ingenio, la colaboración y la capacidad de una región para adaptarse y prosperar. En las chimeneas, las botellas y los paisajes de Tomelloso se encuentra una lección sobre cómo lo local puede convertirse en universal.

ANRO Industrias Metálicas

 

La siguiente visita, aunque inicialmente nos resultó extraña incluso para nosotros, periodistas y escritores especializados en vino y gastronomía, terminó siendo una grata sorpresa. Nos programaron un recorrido por la empresa ANRO y, al dejarnos llevar por la experiencia, descubrimos que no se equivocaron. La visita fue realmente sorprendente y valió la pena.A unos pocos pasos de estas chimeneas, la historia nos lleva al origen de Anro, una empresa que ha puesto a Tomelloso en el mapa de la innovación industrial desde 1959. Fundada por Ángel Rodríguez en un modesto taller de 300 m², Anro comenzó transformando el metal en herramientas agrícolas. Lo que empezó con tres empleados y una fragua evolucionó hacia la construcción metálica, llegando a participar en proyectos de la talla de la Estación de Atocha o el Centro Comercial La Vaguada.

Hoy, Anro es líder en el diseño y fabricación de estructuras metálicas para todo tipo de obras, desde puentes hasta desaladoras, y exporta su “expertise” más allá de las fronteras españolas. Su capacidad de producción es impresionante: 1.500.000 kg de metal al mes en unas instalaciones de 18.000 m².

Innovación modular: Anrobox y el Ogar Hotel

Pero Anro no solo vive del acero tradicional; su apuesta por la sostenibilidad y la tecnología le ha permitido desarrollar Anrobox, un sistema de construcción modular que revoluciona el sector.

Durante nuestra visita al área de innovación modular de Anro, tuvimos el privilegio de conocer de cerca el proyecto que redefine los estándares de la construcción sostenible El sistema Anrobox de edificación modular en altura presenta una solución revolucionaria para el mercado de la construcción, combinando calidad, sostenibilidad y versatilidad.

Los módulos de Anrobox están diseñados para ser ampliables, desmontables y reutilizables, lo que no solo prolonga la vida útil de las edificaciones, sino que también aumenta significativamente su valor residual. Gracias a una sólida inversión en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), este sistema consigue reducir hasta un 50% los residuos generados en comparación con la construcción tradicional. Además, elimina el consumo de recursos hídricos durante el proceso constructivo y minimiza la huella de carbono, alineándose perfectamente con las necesidades de un mundo más sostenible.

Pero la innovación de Anrobox no se limita a la sostenibilidad. Este sistema ofrece viviendas diseñadas para otorgar una flexibilidad sin precedentes. Su calidad constructiva, luminosidad y confort brindan al usuario la oportunidad de disfrutar de la casa que siempre ha soñado, adaptándose a las necesidades cambiantes de la vida moderna.

Anrobox no solo es una propuesta innovadora, sino una visión del futuro de la construcción, donde el diseño inteligente y la sostenibilidad se combinan para ofrecer soluciones habitacionales de alto nivel.

Este enfoque ha cristalizado en el proyecto del Ogar Hotel, el primer hotel inteligente, sostenible y reubicable de España del que nos hicieron participes en primicia y que en mi opinión será algo revolucionario y sorprendente en el sector del turismo.

Con 24 habitaciones modulares distribuidas en un diseño de hasta tres alturas, el Ogar Hotel promete una experiencia de lujo cuatro estrellas sin comprometer el medio ambiente. Su modularidad permite adaptarse a las necesidades futuras, asegurando que no quede obsoleto ni abandonado. Rafael Rodríguez, CEO del grupo Anro, lo resume de manera sencilla: “Es un hotel móvil que se adapta al cambio”.Además, el hotel contará con tecnología puntera, desde reservas hasta acceso a habitaciones, todo gestionado a través de una app. Su apertura está prevista para el verano de 2025, y promete posicionar a Tomelloso como un destino innovador y sostenible.

 

El Legado Agrícola en el Museo del Carro

y Aperos de Labranza

 

La siguiente parada nos lleva a un rincón que celebra el ingenio y esfuerzo de los agricultores manchegos. El Museo del Carro y Aperos de Labranza. Este espacio, inaugurado en los años 60, exhibe más de 400 piezas que narran la historia del trabajo rural, desde la fragua y la carpintería hasta las bodegas y cavas donde se elaboraba el vino.

El museo está organizado en diversos ambientes que muestran los oficios y tradiciones rurales de antaño.

La fragua, la carpintería, los aperos de labranza, la era, la bodega, la cueva y el jaraíz, la cocinilla y, por supuesto, el emblemático “bombo”. Este último es la joya del museo. Una construcción rural típica de Tomelloso realizada con la técnica de piedra seca, utilizando más de dos millones de piedras sin mortero alguno. Construido en 1970 por Pablo Moreno, maestro en este arte, el bombo tiene una planta circular dividida en varias estancias que servían de refugio para agricultores, aperos y animales.

Servía como refugio de los trabajadores del campo durante la época de las faenas agrícolas y pastoriles. En muchos casos era vivienda para todo el año ya que muchas de estas faenas no tenían fin a lo largo de las cuatro estaciones. En otros casos la permanencia era de algunas semanas.

En su interior se encuentran detalles que evocan el pasado como camastros de piedra, chimeneas y utensilios de uso doméstico. Su interior es amplio; tiene cocina con base de piedra y pesebre para los animales. Los bombos de labradores son más amplios, frente a los pastoriles, más modestos, sólo para uno o dos individuos.

Hay protegidos más de 90 en perfectas condiciones en el término de Tomelloso.

La singularidad de estas construcciones fue acogida con gran interés por los participantes del I Congreso de Arquitectura Rural en piedra seca y solicitaron a la UNESCO la declaración de los Bombos como Patrimonio de la Humanidad.

El museo también cuenta con proyectos de restauración y ampliación, como la creación de una Cocinilla Manchega y una futura Hospedería Manchega que integrará el conjunto en un espacio cultural y turístico único. Este lugar no es solo un museo, es un tributo vivo al esfuerzo y la creatividad de quienes trabajaron la tierra.

El Realismo Elevado al Arte

 

 Arte y Luz

La travesía por Tomelloso no estaría completa sin una visita al Museo Antonio López Torres. Este espacio, dedicado al tío del afamado pintor hiperrealista Antonio López García, captura la esencia de La Mancha con una sensibilidad casi poética. Las obras de López Torres, desde dibujos íntimos hasta paisajes atmosféricos, reflejan su conexión con la naturaleza y su amor por su tierra natal.

Inaugurado en 1986, el museo también es una obra maestra arquitectónica. Diseñado por Fernando Higueras, su estructura de hormigón blanco y luz natural parece un homenaje a la obra del pintor. El recorrido incluye óleos ordenados cronológicamente y una sala de exposiciones temporales que mantiene viva la tradición artística de Tomelloso.

En pleno corazón de Tomelloso, a pocos pasos de la casa donde el pintor vivió sus últimos años junto a sus hermanas, el Museo Antonio López Torres invita a los visitantes a adentrarse en la vida y obra de este extraordinario artista. Su enfoque en la realidad, con una sensibilidad casi poética, captura la esencia de su tierra y sus gentes. Cada pincelada parece impregnada de la luz y los paisajes de La Mancha, con un nivel de detalle que maravilla incluso a los menos entendidos en arte.

Es importante hacer una aclaración al lector: no se debe confundir a Antonio López Torres, pintor y escultor, con Antonio López García. Aunque son familiares, tío y sobrino, y ambos destacados pintores, este museo está dedicado al tío del famoso sobrino.

Antonio López García es uno de los principales artistas hiperrealistas de España. Hijo de labradores manchegos, se introdujo en el mundo del dibujo gracias a su tío, el también pintor Antonio López Torres. Durante la posguerra, López García se trasladó a Madrid para preparar su ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Allí, junto con otros artistas, fue parte de la llamada Escuela Madrileña.

En Madrid, sus visitas al Museo del Prado eran frecuentes, y entre los grandes maestros, Velázquez ocupaba un lugar especial en su admiración.

 La historia del Museo

La historia del museo es tan fascinante como las obras que alberga. Inaugurado en 1986, el edificio es el resultado de la visión del arquitecto Fernando Higueras, quien diseñó un espacio que dialoga perfectamente con la obra del pintor. Sus techumbres de hormigón blanco y sus escaleras de caracol recogen la luz de forma que uno siente que el propio López Torres podría haberlo concebido. La luz que entra a través de sus bóvedas parece rendir homenaje a esa misma que el artista interpretó con tanto lirismo en sus óleos.

Al llegar al museo, lo primero que llama la atención son las imponentes esculturas Día y Noche, creadas por el reconocido escultor internacional Antonio López García, oriundo de esta tierra. Estas monumentales cabezas, que parecen dar la bienvenida a los visitantes, son un símbolo del talento artístico del autor y un destacado reclamo turístico. Su presencia no solo embellece el entorno, sino que también enriquece el patrimonio cultural y artístico de la ciudad, posicionándola como un destino imprescindible para quienes buscan experiencias únicas y memorables.

Las piezas, bautizadas como Carmen despierta y Carmen dormida, son un homenaje íntimo del artista a su nieta cuando tenía apenas seis meses de vida. Aunque ambas cabezas parecen idénticas a primera vista, encarnan una dicotomía simbólica: el día y la noche. La diferencia más notable reside en sus ojos; mientras Carmen despierta mantiene una mirada viva y penetrante que parece observar al espectador, Carmen dormida descansa con los ojos cerrados, sumida en un sueño plácido y ajena al bullicio que la rodea.

Cada una de las esculturas, elaboradas en bronce, tiene un diámetro aproximado de tres metros y un peso superior a las dos toneladas. Actualmente, Carmen despierta ya se encuentra instalada en la emblemática Plaza de España, atrayendo a numerosos curiosos que no han querido perderse la oportunidad de admirarla de cerca. La instalación fue un momento histórico para Tomelloso, presenciado por el propio Antonio López, quien no dejó escapar detalle de tan significativo acontecimiento.

Por su parte, la colocación de Carmen dormida está prevista para las próximas semanas, completando así esta extraordinaria obra que une el talento del escultor con el corazón de su ciudad natal.

Estas dos esculturas no solo destacan por su valor estético, sino también por el peso histórico y cultural que aportan al panorama artístico de Tomelloso. Con su llegada, la ciudad refuerza su identidad como cuna de creatividad, convirtiéndose en un destino aún más atractivo para los amantes del arte y el turismo cultural.

Una vez dentro, el recorrido comienza con una colección de dibujos que desvelan el lado más íntimo del pintor, mientras que en la planta superior se despliegan sus óleos, ordenados cronológicamente. No faltan sus paisajes más líricos ni retratos cargados de emotividad, como “Niño dormido”. Además, el museo cuenta con una sala destinada a exposiciones temporales, consolidándose como un espacio vivo donde confluyen artistas locales e internacionales.

La vida de un maestro discreto

Antonio López Torres   nació en 1902 en el seno de una familia de agricultores acomodados. Su contacto temprano con la naturaleza marcó profundamente su obra, donde los paisajes y las escenas rurales predominan. Aunque su padre veía el arte como una pérdida de tiempo, el joven Antonio no se dejó disuadir y, tras llamar la atención del pintor Ángel Andrade Blázquez, comenzó a formarse en las Escuelas de Artes y Oficios de Ciudad Real y San Fernando en Madrid.

Su estilo evolucionó desde los dibujos más intuitivos hasta un realismo maduro que, en la década de 1940, alcanzó su mayor expresión. Su obra se depuró, se tornó más atmosférica y poética, como si cada pincelada buscara atrapar el alma misma del paisaje manchego. Su vida docente también dejó huella en varias ciudades españolas, pero siempre regresó a su Tomelloso natal, donde encontraba la inspiración para sus últimas obras, pequeñas en dimensiones, pero inmensas en significado.

La generosidad de Antonio López Torres es evidente no solo en sus pinturas, sino también en su decisión de donar su legado a Tomelloso, un gesto que permitió a su ciudad natal albergar esta colección irrepetible. Desde entonces, el museo se ha convertido en un punto de referencia cultural, no solo por las obras del pintor, sino también por las actividades que acoge y las historias que inspira.

La visita al Museo Antonio López Torres no es solo un recorrido por la obra de un maestro del realismo; es una experiencia que conecta al visitante con el alma de La Mancha. Después de disfrutar de esta inmersión artística, nada mejor que recorrer las bodegas locales y brindar con un buen vino por la grandeza de esta tierra y de su gente.

Porque Tomelloso es así: arte, vino y luz, todo ello envuelto en una calidez que hace que cada visitante se sienta como en casa. El viaje, sin duda, es un deleite para todos los sentidos.

Un Viaje al Corazón Subterráneo

de Tomelloso

 

Tomelloso es un lugar donde el arte, el vino y la historia convergen en una experiencia inolvidable. Como escritora especializada en gastronomía y vinos, decidí embarcarme en un viaje que prometía sorpresas y descubrimientos en esta región manchega. Lo que encontré superó con creces mis expectativas. Un mundo subterráneo que respira tradición y un tesoro en forma de vino.

Bajo las calles de Tomelloso se extiende un impresionante laberinto de cuevas vinícolas, un legado de ingenio y trabajo arduo que comenzó a forjarse en torno a 1820. Estas cuevas, excavadas a mano por los “picaores” y las “terreras”, servían como bodegas naturales para mantener el vino a temperaturas constantes antes de la llegada de la refrigeración moderna. Su arquitectura, con bóvedas en arco de medio punto, revela la habilidad artesanal y la pasión por el vino que caracteriza a esta región.

 

Caminar por estas galerías es como retroceder en el tiempo. Las “lumbreras”, esas rejillas visibles en las aceras permiten que la luz entre perpendicularmente a las cuevas, además de ventilar el gas carbónico generado durante la fermentación del mosto. Estas aberturas también son un recordatorio de cómo el subsuelo de Tomelloso, con su capa de roca tosca o “tobazo”, ha sido fundamental en la preservación de la tradición vitivinícola.

Un Patrimonio Vivo

En su época de mayor esplendor, Tomelloso contaba con unas 4,000 cuevas dedicadas al almacenamiento y elaboración de vino. Hoy, muchas de estas cuevas siguen intactas, con sus grandes tinajas de barro en tono sanguina y los utensilios necesarios para la producción artesanal. Si se alinearan todas las cuevas existentes, formarían un túnel de más de 40 kilómetros. Algunas han sido acondicionadas para visitas turísticas, ofreciendo degustaciones que combinan historia y enología, mientras que otras se mantienen como testigos silenciosos de una época pasada.

La Asociación Amigos de las Cuevas de Tomelloso desempeña un papel clave en la preservación y divulgación de este tesoro. Gracias a su esfuerzo, las cuevas han despertado el interés de agencias turísticas y grupos organizados, convirtiéndose en un atractivo cultural imprescindible.

La Cueva Origen, un Vestigio de Historia

Entre las joyas subterráneas destaca la Cueva Origen, una bodega con historia que data de antes de 1880. Este espacio fue testigo de los inicios de la Cooperativa Virgen de las Viñas, una de las más importantes de la región. Con sus 68 tinajas de barro y una historia que abarca varias generaciones, esta cueva simboliza la evolución de Tomelloso como epicentro vitivinícola.

Desde los tiempos en que los hermanos Tellería y la familia Echávarri-Mendiluce diversificaban sus negocios en el mundo del vino, hasta el auge de la Cooperativa en la década de 1960, la Cueva Origen ha sido un refugio para la tradición vitivinícola. En 1988, sus tinajas se llenaron por última vez, marcando el fin de una era. Hoy, bajo el cuidado de M. Paz Villena Cepeda y Ángel Vela, esta cueva sigue siendo un testimonio vivo del legado vinícola de Tomelloso.

Un viaje Gastronómico en Tomelloso

 

En cuanto mi tren cruzó las vastas llanuras manchegas, supe que mi aventura en Tomelloso sería inolvidable. La promesa de una gastronomía vibrante, tradiciones culinarias con sabor a historia y un toque de alta cocina moderna hacían de este viaje un sueño para cualquier amante del buen comer.

El festín manchego tradicional

En el corazón de la gastronomía manchega se encuentran platos emblemáticos que narran historias de pastores, vendimias y cálidas reuniones familiares. Entre estas delicias destacan las migas de gañán, un plato humilde pero cargado de sabor, y la caldereta de cordero, perfecta para los días de celebración. Otro imprescindible es el pisto manchego, un festival de colores y sabores donde las hortalizas de la tierra cobran protagonismo, reflejando la esencia de la región en cada bocado.

La tradición dulce también tiene un lugar destacado. Las tortas de mosto, elaboradas con mosto fresco, evocan la vendimia; las flores de Semana Santa, crujientes y delicadas, son un clásico de las festividades; y el Pan de Cruz, con su textura esponjosa y aroma inconfundible, rinde homenaje a los antiguos hornos artesanales.

En los mercados locales, la oferta es tan variada como irresistible. Quesos artesanales de sabor intenso, brandys y mistelas que invitan al brindis, y melones de piel de sapo, que en temporada destacan por su dulzura y frescura, son algunos de los tesoros gastronómicos que reflejan el carácter y la riqueza de la región manchega.

En La Mancha, cada plato no solo es una delicia para el paladar, sino también una puerta abierta a la historia y las tradiciones que han moldeado esta tierra.

La magia de Epílogo

 

El verdadero clímax de mi visita fue Epílogo, el restaurante que ha colocado a Tomelloso en el mapa de la alta cocina. Bajo la dirección del chef Rubén Sánchez-Camacho, este lugar ofrece mucho más que un menú. Propone un viaje sensorial y cultural que reinterpreta la cocina manchega con una visión moderna.

Nos ofrecieron el menú degustación “Historias del Guadiana”, inspirado en el mítico río que cruza esta tierra. Desde el primer plato, un delicado buñuelo de sopas de ajo, hasta la royal de mejillones, cada creación era un homenaje a los ingredientes locales y a las tradiciones de las regiones que el Guadiana toca. Rubén logra algo mágico. Entrelaza los sabores de su tierra natal con técnicas contemporáneas, creando platos que sorprenden y emocionan.

Pero la experiencia no estaría completa sin la maestría de Ramón Sánchez-Camacho, sumiller y hermano del chef. Ramón nos guio por una selección de vinos cuidadosamente elegida, destacando joyas manchegas que elevaban cada plato. Conocedor y apasionado, su presencia añade un toque personal que hace de cada visita a Epílogo un evento único.

La cava de Epílogo es un paraíso para los amantes del vino. Con referencias de toda España, destaca su apuesta por los vinos manchegos, demostrando que esta tierra no solo produce grandes sabores en la cocina, sino también en la copa.

La Cooperativa Virgen de las Viñas

es Tradición y Modernidad

 

Si algo define a Tomelloso es su capacidad para combinar tradición y vanguardia, y ningún ejemplo lo ilustra mejor que la Cooperativa Virgen de las Viñas. Fundada en 1961 por quince agricultores visionarios, esta cooperativa es hoy la más grande de Europa y tal vez del mundo. Con más de 3,000 socios y 20,000 hectáreas de viñedo, produce alrededor de 300 millones de kilos de uva al año, una hazaña impresionante que se sustenta en la colaboración comunitaria y la constante modernización.

El recorrido por sus instalaciones es una experiencia en sí misma. Desde los antiguos lagares donde todo comenzó hasta sus modernas naves llenas de tecnología de última generación, cada rincón cuenta una historia de esfuerzo y éxito. Hoy, Virgen de las Viñas no solo produce vino de alta calidad que llega a los cinco continentes, sino que también elabora Aceite de Oliva Virgen Extra, otro símbolo del alma manchega.

Entre sus vinos destacan las variedades blancas Airén, Macabeo, Sauvignon Blanc y Chardonnay, así como las tintas Tempranillo, Garnacha, Cabernet Sauvignon y Syrah, entre otras. Marcas como Tomillar, Rocío y Lienzo son testimonio de la evolución hacia una mayor calidad, consolidando su prestigio internacional.

Una historia que se respira en cada rincón

Mi recorrido comenzó en el Museo Etnológico, situado en el antiguo lagar de la cooperativa, construido allá por 1962. Aquí, cada carro, arado y trilla cuenta la historia de las generaciones que trabajaron estas tierras. Me fascinó la colección de aparejos, desde los más sencillos hasta los diseñados para las festividades, que revelan un pasado donde la destreza artesanal iba de la mano con el esfuerzo diario.

Pero Virgen de las Viñas no vive solo del pasado. Al caminar entre sus modernas instalaciones, me sorprendí con las naves llenas de maquinaria de última generación y con los laboratorios donde los expertos, bata blanca en mano, trabajan para llevar el vino manchego a los cinco continentes.

No exagero si digo que desde esta cooperativa se riega el mundo con vino. Todos los días salen de sus instalaciones unos 800.000 litros rumbo a países lejanos, un 90 % del cual se exporta a granel. Sin embargo, los vinos embotellados también están ganando terreno, con marcas como TomillarLienzo y Monte Rodrigo destacándose en calidad y reconocimiento.

Los viñedos producen una variedad impresionante de uvas, desde las blancas Airén y Sauvignon Blanc, hasta las tintas Tempranillo y Syrah. Cada sorbo revela un equilibrio entre tradición y modernidad.

Aceite, arte y ambición

No todo es vino en Virgen de las Viñas. Desde 2009 también producen aceite de oliva virgen extra, gracias a su fusión con la cooperativa Oración del Huerto. Este giro hacia la diversificación demuestra que aquí no se quedan quietos.

Pero lo que realmente me sorprendió fue su conexión con el arte. En 2011 inauguraron el Museo de Arte Contemporáneo Infanta Elena, un espacio que alberga obras donadas en el Certamen Cultural que organizan cada año. Es un lugar mágico donde se mezcla la creatividad humana con la riqueza del vino, y que complementa a la perfección el legado histórico expuesto en el Museo Etnológico.

Adentrarse en el Museo es como abrir una ventana al vibrante mundo artístico que late en el corazón de Virgen de las Viñas Bodega y Almazara. Esta experiencia única permite al visitante respirar el arte en su máxima expresión, gracias a una colección que combina tradición y modernidad.

Desde 2001, el Certamen Cultural Virgen de las Viñas ha reunido obras de gran valor que ahora forman parte de la exposición permanente del museo. Bajo el amparo de un comité de honor presidido por Su Majestad el Rey de España, Felipe VI, este espacio se ha consolidado como un referente para los amantes del arte contemporáneo.

La colección permanente del museo incluye piezas de múltiples autores, con una amplia diversidad de estilos, técnicas y temáticas que la convierten en un destino imprescindible para cualquier apasionado del arte.

En la segunda planta, las exposiciones temporales aportan un dinamismo especial al museo. Artistas de renombre como José Sánchez Carralero, Eduardo Naranjo, Brinkmann o incluso Salvador Dalí han exhibido sus obras aquí, consolidando el prestigio de este espacio cultural.

 

 

El Museo de Arte Contemporáneo Infanta Elena no es solo un lugar para contemplar obras maestras; es una invitación a dejarse inspirar por el espíritu creativo que impregna cada rincón de Virgen de las Viñas.

 El Mercado Gastronómico

entre tradición y modernidad

 

Antes de despedirme de Tomelloso, visité el recién inaugurado Mercado Gastronómico. Un lugar vibrante donde quesos, embutidos y vinos locales se encuentran con un ambiente moderno y animado. Fue el broche perfecto para mi aventura. Un espacio que encapsula la esencia de esta localidad, entre el respeto por sus raíces y la apuesta por el futuro.

El broche perfecto para una despedida memorable lo puso el brindis organizado por las mujeres del Ayuntamiento. La Teniente de Alcalde y Concejala de Recursos Humanos, Contratación y Empleo, Eloísa Perales, y la Concejala de Cultura, Inés Losa, estuvieron acompañadas por Luis Navarrete, de la agencia Beta Comunicación y Diseño. El brindis fue cortesía de los propietarios del puesto “Tomepesca”, Mari Carmen y Germán, quienes regentan una empresa especializada en pescados y mariscos frescos y congelados. Este gesto fue dirigido al grupo de periodistas y escritores del vino y los espirituosos (AEPEV), encabezado por su presidente, José Luis Murcia, y un grupo de socios y compañeros, en un encuentro que combinó camaradería y gratitud.

Tomelloso no se Cuenta, se Vive

Entre su legado industrial, sus innovadoras apuestas por la sostenibilidad y su rica cultura gastronómica, Tomelloso es un destino que no solo se visita, sino que se vive intensamente. Este viaje me permitió entender cómo el pasado y el futuro pueden fusionarse para crear algo único.

Tomelloso no es solo un destino gastronómico; es una inmersión en el alma de La Mancha. Desde los sabores rústicos de las migas hasta la innovación de Epílogo, esta tierra ofrece un festín para los sentidos y un recordatorio de que, a veces, los viajes más simples son los que más nos transforman.

 

 

Si alguna vez visitas esta región, ven con hambre. Aquí, cada plato y cada copa te cuentan una historia que querrás escuchar una y otra vez.

Así que, como rezan los dichos locales: “Tomelloso, Paris, Londres…” “Tomelloso no se cuenta, se vive”. ¡Prepara las maletas y atrévete a descubrirlo!

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