El gran jefe nativo norteamericano Toro Sentado vivió entre los años 1831 y 1890, lo que no es tan lejano en el tiempo como podría parecer, viendo las películas del Oeste en las que lamentablemente el Sr. Sentado siempre aparecía de malo. ¿O era Gerónimo el indio malo? Da igual, en cualquier caso estoy seguro de que ninguno de los dos bebía Ribera del Duero, ni ningún otro vino español. Y no porque no existieran ya esos vinos en la época: cuando el amigo Toro Sentado recorría las verdes praderas del Midwest, ya se elaboraban vinos de calidad en la zona del Duero, en Rioja. Y desde años antes, en muchas de las zonas de elaboración tradicionales españolas, Toro, Valdepeñas, o Jerez, por poner unos pocos ejemplos.
Mientras que Toro Sentado miraba con atención las huellas del coyote, lanzaba briznas de hierba al viento para buscar la senda del espíritu, y traía por la calle de la amargura al ejército de los Estado Unidos, en la zona del Duero vallisoletano el viñedo de Vega Sicilia ya era una realidad, y en Rioja varias de las bodegas históricas ya llevaban elaborando vinos de calidad desde la mitad del siglo XIX. Entonces, si Toro Sentado fue contemporáneo de algunos de los mejores vinos españoles elaborados en la época, y muchos de ellos incluso ganaban premios internacionales, ¿por qué ni él, ni Caballo Loco, ni el mismísimo general Custer chateaban con nuestros vinos? Sencillamente por la misma razón por la que la gran mayoría de los norteamericanos siguen sin beberlo en nuestros días, porque no tenían ni pajolera idea de que existían los vinos españoles, y si la tenían, no los podían encontrar.
Es cierto, desde el punto de vista gastronómico lo hispano está de moda en USA. Ferrán Adriá suena, al menos entre los sectores profesionales y de los gastrofrikis yanquis. El concepto tapa es ya una corriente global que se identifica con elaboraciones rápidas y alimentos relativamente saludables, y el vino español tiene una cuota digna entre las prensa especializada con artículos que ofrecen contenidos atractivos.
Sí, todo esto es cierto, pero… ¿quiere decir que entre la mayoría de los consumidores americanos, las tapas se identifican con la comida española? ¿Que se bebe vino español como si no hubiera un mañana? ¿Que junto a la foto de Obama, todos los americanos tiene un retrato de Ferrán Adriá en la cabecera de la cama? Pues no. Lamentablemente, no. Primero, porque he dicho que lo hispano está de moda, que no tiene nada que ver con que la gastronomía española esté de moda. Perdón, pero un taco de cordero con jengibre y enchilada NO es una tapa española. Y segundo, porque sintiéndolo mucho, de vino español no tienen ni papa en USA, y no precisamente porque al americano no le guste el vino y no quiera aprender.
Creyéndonos el centro del mundo enológico, seguramente a muchos les pille de sorpresa, pero hay que decir que el mercado americano es de los mas potentes del mundo. “¡De vinos le van a hablar estos a un español!” Pues sí, amigos, así es, están ya a la altura de los más importantes. USA es el cuarto productor mundial en volumen por detrás de Francia, Italia y España. Y con un aumento sostenido en el consumo del tres por ciento anual durante los últimos lustros, ya es el segundo consumidor mundial por detrás de Francia, un consumo que ha ido creciendo de una manera inversamente proporcional a la caída en picado del consumo de vino en España. Es por todo ello que el mercado americano es el más prometedor, y al que todas las bodegas de la vieja Europa miran con ojitos tiernos y la baba colgando.
Francia es Francia, y coloca el vino como y donde quiere. Por algo son los mejores del negocio. Italia es Italia, los mejores comerciantes, y en USA venden el vino como rosquillas, lo bueno y lo malo. Además, no hay que olvidar la tradición italoamericana que abre las puertas de los mejores restaurantes hasta a los más infumables Lambrusco, por poner un ejemplo. ¿Y el vino español, donde está?
Ni está, ni de momento se le espera, esa es la realidad. Si vas a buscar en las cartas de los buenos y más asentados restaurantes, encontrarás Rioja, sobre todo, afortunadamente los clásicos -sí, sí, aquellos que no le gustaban a Mr. Parker, y que empezó a puntuar alto a la vista de que se le acababan los seguidores de las estacas líquidas tan de moda hace unos años- y algún que otro castellano del Duero o aragonés. Entre los blancos, el Albariño está muy de moda, y algún Rueda de esos que se reproducen como setas, aunque pocos de los buenos. Jerez empieza a tener peso incluso con bares temáticos, y el Cava tiene en el americano uno de sus mercados mas grandes. Pero lo que llega, salvo magnificas sorpresas, pone los pelos de punta.
En las tiendas especializadas, además de colocarnos junto a las botellas de Chile y Argentina – aunque en el mapa estemos a diez mil kilómetros de distancia-, también allí les ha dado la tontería con lo de los vinos naturales -señor, señor-, pero se pueden encontrar buenos vinos españoles concebidos por los importadores con etiquetas divertidas y nombres fáciles de recordar. Sí, ese es otro de los problemas del vino español en el extranjero, que lo de Finca Viña Marquesona del Santísimo Adorado, como que no es de los nombres más comerciales del mundo.
También hay que decir que el mercado americano es complejo desde el punto de vista burocrático, y hasta que la crisis no les ha apretado la entrepierna a las bodegas españolas, eso de tener uno departamento de exportación con buenos profesionales que supieran hablar idiomas y estuvieran bien pagados, visto desde la barra del bar y con un palillo en la boca como que no parecía my rentable, ¡Paco, ponme otro chato!
[bctt tweet=”Si lo sabes, dime ¿Que bodega con nombre de director de cine hay en California?”]
Cada estado -y hay cincuenta- tiene su propia legislación en cuanto a la distribución y venta de alcohol, con un sistema de importación y distribución que se mantiene fiel al Three Tier System, los tres peldaños, en el que el importador tiene que vender a un distribuidor estatal, y éste a un reatiler o minorista local para llegar al consumidor final.
Esta es la realidad del vino español en el mercado USA, somos casi tan desconocidos ahora como hace 150 años, es por esto por lo que no creo que Toro Sentado bebiera Ribera del Duero.