El Valle del Jerte ha sido históricamente paso natural entre Extremadura y las tierras del Duero. Tierras de trashumancia, todavía se emplea el Camino Real para conducir al ganado en su viaje a los pastos de verano.
El nombre que procede del árabe Xerit, puede significar angosto o cristalino, siendo el río Jerte ambas cosas a la vez. Nacido a unos 1800 metros de altitud, en los altos de Tornavacas, desde donde se divisa el valle en panorámica, cuando pasa por Plasencia, 50 kilómetros después, ya se encuentra a unos 345 metros. En su breve trayecto recoge las aguas de arroyos, gargantas y fuentes que convierten este pequeño gran valle cacereño en un jardín botánico.
El Valle del Jerte nos invita en cada instante a descubrir las sorpresas del paisaje: el salto de la trucha que remonta la corriente, la seta jugosa que esconde el robledal, el postrer destello púrpura que arranca el sol a los neveros, vagar por umbrosos senderos que serpentean la montaña, dejarse caer junto al amial acunado por los cálidos mugidos de las vacas, mojar el cuerpo en las chorreras espumosas de cualquier garganta.
Un río que ofrece numerosos y acogedores charcos donde nadar, fluir, flotar, o simplemente contemplar, al igual que las enérgicas gargantas.
Bajo sus aguas pueden contemplarse buenos ejemplares de truchas del país, las de pintas rojas, sorprenderse a la lúcida nutria buceando en los ensotados recodos, y al incansable Mirlo acuático que se sumerge ante nuestra sorpresa.
Abrazado por Alisos, Fresnos y Sauces, junto a Almeces, Encinas y Robles, y los provechosos Cerezos, Castaños y Olivos, el río Jerte está protegido y reconocido a nivel europeo como “ZEC”, Zona de Especial Conservación, junto con el Río Alagón, para invitar a su respeto y conservación, tal será su valor y representatividad.
La Reserva Natural pertenece a la “Red de Espacios Naturales Protegidos de Extremadura”. Hay que destacar en la Reserva Natural una amplia red hidrográfica con abundantes saltos y cascadas, una de las principales peculiaridades de este espacio natural. Mención especial merecen las marmitas gigantes, que son grandes pozas excavadas en la roca por la erosión fluvial, destacando las que existen en el paraje conocido como Los Pilones.
Debido a la variación altitudinal que oscila entre los 600 y 2.000 metros, encontramos una diversa vegetación: roble melojo, espinos o majuelos, madroños, escobas y el rusco. En el sotobosque de robles abundan diversas especies de helechos, orquídeas, pajaritos, aguileña, etc. Algunas zonas de melojar han sido sustituidas por cultivos y bosques de castaños.
La variedad de ecosistemas existentes en la reserva Natural propicia la abundancia y diversidad de todo tipo de fauna.
Entre los invertebrados hemos de destacar las frecuentes mariposas diurnas y nocturnas, así como un coleóptero de notable tamaño y belleza, el ciervo volador.
Entre los peces hay que destacar a la trucha común, sin duda el pez más característico de estos ríos y arroyos serranos.
El grupo de las aves está ampliamente representado. El bello mirlo acuático es capaz de sumergirse en el agua para capturar insectos. La rara cigüeña negra anida en la comarca, aunque cada vez es más escasa su presencia.
Abundantes son aún las siluetas de algunas rapaces como milanos y ratoneros. En el roquedo encuentran refugio buitres leonados y búhos reales. Pero las reinas de las cumbres son las águilas reales y culebreras. Aún es posible observar a los veloces halcones peregrinos, mientras gavilanes, azores y halcón abejero prosperan entre la frondosa arboleda.
Y entre los mamíferos hay notables rarezas. Los gatos monteses y las ginetas. Poco conocido, el desmán es un mamífero de costumbres acuáticas que suele pasar desapercibido por la mayoría de los visitantes.
Dos mamíferos cuyas poblaciones están en aceptable estado de conservación son la nutria y la cabra montesa.
PROGRAMA
DÍA 1
El punto de encuentro será dónde se convenga en Madrid.
A orillas del Río Jerte, en la provincia extremeña de Cáceres, se ubica la localidad de Plasencia, y su casco histórico, enclave estratégico en la Ruta de la Plata.
Nos alojaremos en un Hotel Palacio se encuentra situado en el casco antiguo de la ciudad extremeña de Plasencia, en el corazón del antiguo barrio judío y muy próximo a la catedral.
Es un antiguo Palacio renacentista de finales del siglo XVI restaurado en 2012 y declarado Bien de Interés Cultural.
Dentro encontrarás un restaurante, cafetería con gastrobar, y un mirador con las mejores vistas a la catedral de la ciudad.
De la mano de un guía profesional local, conoceremos el pasado de esta ilustre villa de Plasencia.
En esta ciudad descubrirás restos de las murallas medievales, sus torreones y sus puertas, como la del Sol o el postigo de Santa María. En el centro de Plasencia pasearás por la Plaza Mayor. Aquí hallarás también uno de los conjuntos monumentales más representativos de la zona, formado por la Catedral Vieja, de traza románica, y la Catedral Nueva, con elementos góticos y renacentistas.
A lo largo del trayecto disfrutaremos de exquisiteces locales que tapearemos a lo largo del recorrido gastro cultural.
La cena se servirá en el Palacio en su restaurante donde han recogido lo mejor de la tierra del pimentón de la vera, la huerta del valle, sus cerezas, la tradición y el mimo por la gastronomía. Lo importante es la experiencia de sentir que también la comida tiene su tiempo y su forma.
como el pucherete de perdiz, el cordero, las migas extremeñas, el reconocido jamón Ibérico o la exquisita Torta del Casar. Una experiencia inolvidable para tus sentidos.
DIA 2
Desayuno en el hotel palacete para dirigirnos a continuación al pueblo de Tornavacas.
Llegó el gran día en el que nos pondremos en marcha para seguir los pasos de Carlos V y rememorar su último viaje al Monasterio de Yuste.
Una vez en Tornavacas, a bordo de un vehículo todoterreno 4×4 y de la mano de guías profesionales, iniciaremos la experiencia como hiciera hace casi 500 años, en 1556, el Emperador Carlos I de España y V de Alemania.
En 1555 el emperador Carlos V, agotado y enfermo, decidió abdicar y retirarse al monasterio de Yuste en Cáceres. En septiembre de 1556 llegó a España desde los Países Bajos y, tras recorrer toda la meseta, descansó en el castillo de Jarandilla desde noviembre hasta febrero de 1557, cuando pudo instalarse definitivamente en Yuste donde moriría en septiembre de 1558.
Esto le dio a Carlos una última oportunidad para viajar por tierras castellanas y cruzar la Sierra de Gredos hasta llegar a la templada y tranquila comarca de La Vera.
Rey de España y emperador de Alemania, fue el primer monarca español de la dinastía Habsburgo, heredero de grandes posesiones en el norte de Europa que ligaron los destinos de la península a la de un continente desgarrado por la Reforma y las guerras de religión. Fue, sin duda, uno de los personajes más importantes del siglo XVI. Dividido entre la política peninsular, donde continuó la labor centralizadora que hicieron sus abuelos, los Reyes Católicos, y sus intereses en Europa, no pudo contener los efectos del protestantismo y, derrotado por las armas, terminó renunciando a su sueño de recrear un gran imperio católico europeo. Con su abdicación dividió su herencia, dejando a su hijo sólo la corona española y sus posesiones asociadas, mientras que cedió el título imperial a su hermano Fernando.
A lo largo de 10km y a lo alto de 1000m de ascensión, plantea un reto en lo deportivo y también en lo cultural, recorriendo y valorando los diferentes espacios habitados durante siglos en los que el trasiego ha sido continuo.
El cultivo y comercio de cerezas, castañas, aceitunas, y sus derivados así como del ganado, antes más cuantioso, han dibujado el mosaico de paisajes que veremos y recorreremos.
La ruta senderista de envergadura más popular del Valle del Jerte y La Vera conecta ambos territorios cruzando la Reserva Natural, como hiciera hace casi 500 años, en 1556, el Emperador Carlos I de España y V de Alemania, cuando, procedente de su desembarco en Laredo, emprendía su viaje de retiro a su Palacio en Cuacos de Yuste. Para evitar un trayecto de varios días, aconsejado por lugareños decidió atravesar la Sierra de Tormantos, ascendiendo hasta 1475m en el Collado de las Yeguas y descendiendo posteriormente a Jarandilla de la Vera, donde se hospedó en el actual Parador Nacional de Turismo, entonces Castillo de los Condes de Oropesa.
Esta experiencia, nos descubre un espectacular viaje no solo a través de la Historia sino también de un paisaje natural de gran diversidad, y su excelente gastronomía.
Desde el Collado las vistas hacia La Vera y el Valle del Tietar y el Campo Arañuelo son sobrecogedoras. Ya sólo queda comenzar, con paciencia, el largo descenso cruzando primero la Garganta del Yedrón y finalmente la famosa Garganta de Jaranda hasta los poco más de 600m de Jarandilla de la Vera.
Para que cargues energía, durante la ruta te ofreceremos un picnic de productos gastronómicos y vino locales.
Tras una jornada de emociones, nos hospedaremos en el Castillo de los Condes de Oropesa.
El Castillo fue construido probablemente a finales del siglo XIV cuando Jarandilla se integró en su condado. El castillo se levantó en torno a tres recintos cuadrangulares, fabricados con mampostería y sillería y a él se accedía a través de un puente levadizo porque tuvo muralla y foso, todavía visibles. Fue prácticamente destruido durante la Guerra de la Independencia, y tras varias reformas, fue adaptado como Parador de Turismo en 1966.
El parador recuerda al más famoso de sus huéspedes a través de algunos retratos y piezas heráldicas. Son tres retratos, copias de originales de Tiziano.
Un par de escudos también hacen alusión a la estancia del emperador. El primero de ellos, está en la entrada al parador; el otro, es uno de los trasfondos de chimenea de un salón. En ambos, el escudo es el imperial, caracterizado por el águila bicéfala coronada y el toisón de oro que rodea, en varios cuarteles, la representación de todos los territorios que componían su vasto imperio.
La cena tendrá lugar en el restaurante del parador con un menú cuidadosamente seleccionado para seguir degustando los productos de cercanía gourmet de la zona.
DIA 3
Desayuno en el parador para dirigirnos hacia el Monasterio de Yuste.
Visitaremos el conjunto arquitectónico junto a un guía profesional y especializado. El convento actual se reconstruyó sobre las ruinas del viejo monasterio que sirvió de residencia al emperador en los dos últimos años de su vida (1556-1558). Fue declarado en 2007 como Patrimonio Europeo.
Comida en la abadía de Yuste, un lugar donde degustar y saborear la buena cocina de la comarca de la vera.
Regreso a Madrid y fin del viaje.
Nota
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