Espido Freire es una mujer peculiar. Tiene una personalidad muy marcada, entre mujer melancólica del XIX y Hippy Chic. Es decir, única. Tuve la ocasión de conocerla personalmente hace unos meses en un precioso viaje para descubrir a la escritora Inglesa Jane Austen en los escenarios reales de la campiña inglesa dónde se inspiró para sus novelas.
De la mano de la escritora Espido Freire, experta en la autora, a la que dedicó su libro “Querida Jane, querida Charlotte”, recorrimos los escenarios más importantes de la vida de Jane Austen. Bath, la bella Winchester, Chawton… Sus casas, las calles en las que paseó, sintió y escribió, y revivimos el espacio y las emociones que le inspiraron una obra inmortal que continúa viva, fresca y cercana.
Espido Freire nació en Bilbao en 1974. Es una escritora de novela, ensayos y relatos. Su primera novela “Irlanda” tiene gran aceptación por parte del público como de la crítica, saludándola como una de las voces más interesantes de la narrativa española, tanto es así que tan solo un año más tarde se consagra como la ganadora más joven del Premio Planeta.
En su libro “Querida Jane, querida Charlotte” se adentra en el mundo, la vida y la obra de Jane Austen y las hermanas Brontë. Ha sido traducida al inglés, francés, alemán, portugués, italiano, griego, polaco, holandés, turco, lituano, croata, serbio… Colaboradora habitual de Onda Cero y columnista en El País; Espido es una apasionada defensora de los derechos de los animales, y se encuentra muy involucrada con los problemas que generan los trastornos de la alimentación. Apoya, además, a las asociaciones que trabajan con los enfermos de Alzheimer.
¿Pero quien es en realidad Espido Freire? Todo lo anterior es una presentación muy formal y muy fría. Me gusta mucho más lo que os voy a contar y que tras dar muchas vueltas, encontré enredando en internet y que cuando se lo envié para corregir se echo las manos a la cabeza. “Menos mal, porque hay horrores y errores”…..Atención, porque creo que muy pocos saben su verdad.
Espido asistió a un colegio de monjas. Al contrario que mucha gente, tuvo un buen recuerdo de ellas.
De pequeña sus padres tenían que esconderle los cuentos para que jugara con sus amigos; y siempre ha sentido que la literatura vertebra su existencia. Espido Freire escribe, según sus palabras: “Por una auténtica necesidad de expresarme”. Recuerda que: “A los 8 o 9 años empecé a inventar novelitas y a los 16 ya escribía con la intención de crear una obra literaria”.
En la adolescencia, Espido ya sabía exactamente lo que quería hacer, mientras sus amigos no lo tenían nada claro. Quería ser escritora.
Un día, recuerda que un profesor, cuando ya estaba en la universidad, le respondió; “¡Ay lecherita, de sueños también se vive!” Nadie en su familia o en su grupo de amigos podía imaginar la escritora en la que luego se convertiría.
Se lo pasaba genial escribiendo las redacciones del colegio. Era la única que leía los libros que los profesores recomendaban leer porque sencillamente le gustaba leer. El resto le daba bastante igual. Su familia no era burguesa, era hija de obreros y nieta de labradores gallegos pero lo de ser pija era más una pose cultural que económica. Le gustaba vestir bien y para ella la frivolidad no se reñía con la seriedad intelectual. Doy buena fe de ello, pues en el viaje no paró de lucir y regalarnos modelitos que luego colgaba en Instagram para alegría de su legión de fans. Se define como una persona muy segura de si misma y eso a veces puede ser percibido como engreimiento.
Espido fue una niña prodigio pero estaba destinada al mundo de la música y no al de la literatura. Estudió canto y piano. Viajó por toda Europa porque cantaba en una compañía que acompañaba a José Carreras.
Padeció y lo habla abiertamente, de bulimia y anorexia en la adolescencia, pero lo superó cuando llegó a la universidad, más o menos al mismo tiempo que abandonó la carrera de derecho.
Su obra “Cuando comer es un infierno” y su ensayo “Puedo volar” hablan de la bulimia y la anorexia en los adolescentes. Se inició en esa época en grupos literarios. Anteriormente había hecho teatro. Entonces dejó la música y como le gustan las humanidades, se planteó estudiar filología inglesa con la intención de ser traductora. Sus padres, como casi todos los de antes, hubiesen querido que hiciese oposiciones, lo que a ella jamás se le pasó por la cabeza. Finalmente se licenció en filología inglesa por la Universidad de Deusto y cursó un diploma en edición y publicación de textos. No le gustaba la fonética o la lingüística del inglés pero sí la cultura inglesa; las baladas de Keats, el ciclo artúrico, las novelas de las hermanas Brönte o de Jane Austen.
Empezó a escribir Irlanda y Melocotones helados en el trayecto que hacía en el tren.
También fue imagen de las camisetas de la marca Kukuxumusu, dónde los dibujos escondían cuentos y poemas serigrafiados de los escritores Espido Freire y Kirmen Uribe.
Ya en sus años universitarios estaba involucrada en talleres literarios. Su maestra y amiga fue Ana María Matute y también siente verdadera admiración por Carmen Martín Gaite. Le interesa el mundo de los cuentos y la fantasía y el de la educación y la pedagogía.
Durante años ha escrito para periódicos, y en un momento dado, empezó a publicar un blog de estilo de vida.
Se posiciona a favor de las redes sociales porque piensa que posibilita la conexión entre escritores como antiguamente en las tertulias. Doy fe de que es muy activa en Instagram. Piensa que tiene derecho a opinar y que su opinión es válida pero no tiene por qué ser verdadera. Dice que aunque avancemos tecnológicamente las humanidades son importantes porque suponen un suministro de contenidos.
Los blogs son para Espido una universidad colosal gracias a la nueva tecnología. Esto le ha permitido publicar en Internet y distribuir sus libros entre escritores, lectores y el mundo editorial. Aunque advierte que hay que ser muy cauto en las redes para no convertirte en una imagen de marca, hecha por unos diseñadores.
En la actualidad colabora en la radio, en La Ser, en “Hoy por Hoy” y colabora para varios medios. Es profesora del Grado de Traducción de la Universidad Internacional de Valencia, además de impartir Comunicación en el IED (elegido como una de los 10 mejores centros del mundo para estudiar Moda y Diseño). Además, imparte cursos literarios y de oratoria para diversas empresas y universidades.
Tiene 18 libros publicados. Lee un libro al día. Es una lectora empedernida. Pero siempre saca tiempo para sus padres, que ya tienen una edad y para sus amigos, sobre todo para sus amigas de la infancia que muchas de ellas le acompañan en alguno de sus viajes.
ENTREVISTA
- Me ha sorprendido mucho que ha Espido le guste el vino y le guste comer, después de leer su biografía y además de tener el gusto de conocerla personalmente. ¿Dirías que la gastronomía es un estado emocional, al igual que cuando te enfrentas a los personajes de tus novelas?
La gastronomía es un placer, y un placer que se prolonga después de haberlo disfrutado en la memoria, como un rastro de lo vivido. Dicen, además, que es el que por más tiempo se prolonga en la vida…
- He leído que uno de tus mayores placeres es tomar una copa de vino a solas, mientras lees o contemplas lo que te rodea. El vino ha estado presente en grandes obras literarias o cinematográficas. ¿Con qué película o libro que hable de vino recomendarías?
Eso era antes: desde que atravesé una depresión importante no bebo alcohol: pero lo he disfrutado mucho, sí, y creo que es un gran placer. Cualquier poema de Kavafis se degusta mejor con un vino mediterráneo.
- No se si le das importancia al protocolo y según tu opinión ¿Cuál sería la regla de protocolo que nunca deberíamos olvidar?
Hay que hacer que nuestros invitados se sientan cómodos. No sirve de nada un despliegue de protocolo si les complica la vida, les desconcierta o les hace sentir incómodos. Fuera de eso, recibir es un arte, y por lo tanto, hay que darle su importancia.
- Desde la visión de una persona que ha padecido bulimia y anorexia y que ha escrito “Cuando comer es un infierno” y “Puedo volar” ¿No te has planteado escribir un libro de recetas, quizás novelado?
No desde esa perspectiva, pero sí desde la de alguien muy aficionada a la cocina. Desde luego, no sería novelado, sino un recetario como tal.
- ¿Te gusta hacer la compra? ¿Vas al supermercado o al mercado tradicional? ¿Quizás la haces por internet?
Me gusta mucho hacer la compra, que hago personalmente, tanto en el super como en mercado tradicional, y si puedo, en algún mercadillo ecológico. Creo que nunca he hecho una compra de alimentación por internet.
- ¿Cuándo te reúnes con la familia o con amigos, que menú es el que más te gusta preparar?
El que a ellos les parezca mejor. Mi familia tiene sus propias indicaciones de salud y mis amigos, sus caprichos. Se me dan bien los pasteles y empanadas al horno.
- Si pudieras elegir sentar a tu mesa a 10 comensales de cualquier capítulo de la historia universal, ¿A quienes sentarías a tu mesa?
A los Borgia. Padre, hijos, amantes… Lo interesante sería quiénes quedarían vivos al final del festín.
- Volviendo a tus novelas. En “Una copa para dos” tienes como principal objetivo el de reivindicar la relación entre la mujer y el vino. ¿Es que las mujeres nos relacionamos de forma diferente a los hombres con el vino?
Una copa para dos es un libro de relatos del que yo soy editora. Y sí, creo que la manera de beber y vivir el vino femenina es completamente distinta, mucho más sensual. Mucho más detallada y basada en la experiencia sensorial. No me cabe duda.
- ¿Qué crees que falla en nuestra educación con relación a la alimentación?
Las emociones: vinculamos la comida a emociones erróneas, y la empleamos como una manera de expresar ansiedad, o de calmar el miedo. Es un tema demasiado complejo como para tratar en dos líneas.
- ¿Cuál es tu plato del recetario Español favorito para comer y cual para cocinar?
No sabía elegir: tengo pasión por el arroz, de los que hay una variedad infinita de platos. Cocino bien el bacalao al pilpil, y soy una buena repostera.
- Se dice que los olores son los recuerdos de nuestra infancia. ¿A que huele la tuya?
A café, a mantequilla batida, a bizcocho horneado en casa.
- ¿Es verdad que de pequeña fuiste gordita? Viéndote ahora nadie lo diría.
No, no era gordita. Tenia la cara redonda, como ahora, pero era una niña de peso normal.
- Comer bien es caro. ¿Qué es comer bien y por qué no lo hacemos?
Comer bien requiere tiempo, esfuerzo y conocimientos culinarios, y no siempre tenemos ni las ganas ni el espacio para hacerlo. No siempre resulta caro. Desde luego, a largo plazo resulta mucho más caro comer mal.
- ¿Que le aconsejarías a un extranjero que está pensando visitar España y que es lo que no se puede perder según tu punto de vista?
Que no se deje llevar por los tópicos, que alterne cocina tradicional y alta cocina, y que no se conforme con fritos grasientos o gazpachos aguados. Los fritos y los gazpachos pueden ser exquisitos en los lugares adecuados.
- Siguiendo con la faceta que tuviste de columnista, ¿crees que el salto al mundo digital terminará afectando al papel y desaparecerán las columnas de opinión a favor de los blogs?
No necesariamente a favor de los blogs, pero sí de medios digitales que se están creando y que sin duda continuarán evolucionando. El rol del papel variará y evolucionará, y muy posiblemente quedará muy reducido al lujo y a ciertas generaciones.
- Observé en el viaje que hicimos contigo a la Campiña Inglesa, tras los pasos de Jane Austen que eras tremendamente activa en redes. ¿No crees que todo esto nos está afectando en las relaciones humanas?
No. O sí. Cada cual decide en qué le afecta. Para mí es un instrumento de trabajo extremadamente eficaz, pero yo no traduzco mis relaciones humanas en las redes. De hecho, mantengo un férreo control sobre lo que quiero y no quiero mostrar, y la línea de lo que no quiero compartir es muy clara.
- No me cabe duda de que Tienes un montón de bonitos recuerdos en tu memoria, muchas anécdotas divertidas y entretenidas. ¿Recuerdas algunas Gastro-anécdotas?
Muchas. La primera vez que probé el wasabi, que confundí con el aguacate y comí todo el platillo de un bocado… la vez en París en la que conocí a Nobu y cocinó para nosotros… el arroz con leche-cemento que me quedó un día que venían todos mis amigos a comer…
- Por último, danos una receta de tu cosecha para que disfruten nuestros lectores.
Entre las recetas que he rescatado de mi madre, escritas a mano (a varias manos) en un cuaderno de cuadros, se encuentra una de bizcocho de zanahoria; ese bizcocho nos gustaba mucho porque era esponjoso, pero contundente, dulce, sin llegar al empalago, y más sano que otros, por la presencia del azúcar natural de la zanahoria. En su origen no dejaba de ser, en realidad, una receta de pobres, como el bizcocho de remolacha, una manera muy antigua de consolarse cuando no se tenía acceso ni a la miel ni al preciado azúcar.
De manera que casi ni me lo creí cuando comprobé que, en este tsunami hipster que nos arrasa, el carrot cake se había puesto de moda. De todas las maneras y coberturas, el humilde bizcocho se había convertido en tarta, e imperaba en todos los brunches que se tuvieran por tales, con permiso de la red velvet. Y cuando desde el blog Full Spain me pidieron una receta para incluirme en la galería de “Conversaciones en la Barra” me dije, esta es la mía. Y la mía fue: la receta, (a la original de mi madre yo le añado frutos secos y un poco de naranja), y la excusa para incluirla en el blog, y retomar esa buena y olvidada costumbre.
BIZCOCHO DE ZANAHORIA AL VIEJO ESTILO
Ingredientes para 16-18 personas:
1 Molde de 20 cms de diámetro
1 Yogur natural (de 125 gr)
1 Vaso de yogur de aceite AOVE
2 Vasos de yogur de azúcar (yo uso moreno)
3 Vasos de yogur de harina.
3 Huevos.
200 gr de zanahorias.
Un puñado de nueces picadas.
La ralladura de media naranja.
El zumo de media naranja.
1 Cucharada de especias (canela, vainilla, nuez moscada, una pizca de pimienta)
1 Cucharadita de jengibre en polvo, o dos dedos de jengibre fresco rallado. (Esto es mío también)
1 Sobre de levadura en polvo.
Mantequilla para untar el molde.
Para la cobertura
125 gr de mantequilla
250 gr de queso crema tipo Philadelphia
60 gr de azúcar glas
Elaboración:
Lo primero es el horno, que hay que precalentar a 180º durante 10m. Y haber sacado con antelación los ingredientes, que deben estar a temperatura ambiente.
Se baten en un bol el azúcar y los huevos. Con energía, sin miedo. Si se quiere un bizcocho muy esponjoso, se montan las claras a punto de nieve, y se añade en el mismo punto que la zanahoria. Pero si se bate sin separar tampoco pasa nada, salvo que el bizcocho es un poco más compacto. Luego se añaden el aceite, el zumo, el yogur, y la ralladura de naranja.
Entonces se añade la harina, y la levadura. Si se tiene paciencia, deberían añadirse tamizados a través de un colador, pero yo casi nunca me acuerdo, lo que tiene como consecuencia el batir mucho más. Ahora, hay que aceptarse como se es, qué remedio. Total, que la cosa es batir y batir con o sin tamiz, y añadir la zanahoria, las nueces (que para entonces han quedado reducidas a la mitad con el picoteo) y las especias (y las claras montadas, si queremos). Como para ese punto ya no se puede batir, se remueve un poco para mezclar los ingredientes y tener la conciencia tranquila.
Se unta el molde con mantequilla de manera pródiga y generosa. Existen rumores de que también sale bien si se forra el molde con papel de horno, pero yo, personalmente, me aferro a la mantequilla.
Se lleva el molde (con la masa dentro; lo preciso porque hay gente que lee las recetas de manera muy extraña) al horno, a altura media, a temperatura de 180º, durante 25 minutos. Suele bastar. La prueba de la aguja de punto (que yo hago con un cuchillo, porque no tengo agujas de punto) nunca falla.
Antes de desmoldar, hay que esperar un cuarto de hora, que casi nunca se cumple, y claro, luego el bizcocho se rompe. Yo he avisado.
Mientras tanto, se mezcla la mantequilla reblandecida con el azúcar, y se bate bien, para añadirle luego el queso. Y se mete en la nevera ese cuarto de hora de espera, para que gane cuerpo.
Si se quiere rellenar el bizcocho, es el momento. También de extender la cobertura por encima. Hay genios habilidosos capaces de cortar el bizcocho en tres capas, pero yo no tengo lira, y prefiero dividirlo por la mitad y que el relleno y la cobertura sean generosas, espesas. Y para finalizar, se decora con lo que se pilla a mano, salvo con chocolate, que, a mi juicio, no le va. Aguanta bien por varios días, pero eso es una teoría no comprobada…
Además de la cobertura, me sentía yo creativa, y lo adorné con varios ranúnculos y violetas, con unas rodajas de naranja sanguina, y unas tiras de zanahoria. Riquísima. Seguimos sin comprobar si es cierto que se conserva por varios días…
Por cierto, una curiosidad; en tres ocasiones he iniciado el proyecto de publicar un libro de recetas, y las tres veces se ha suspendido… Qué cosas. Que disfrutéis del postre.
¡Listo para servir!
By Espido Freire
PREGUNTAS Y RESPUESTAS RÁPIDAS
Un ingrediente imprescindible: el ajo
Un ingrediente especial: las semillas de amapola
Un plato de tu infancia: la crema de verduras
Un plato para todos los días: verduras al vapor
Un aroma: el café
Un vino para salvar en un naufragio: el que primero encuentre el náufrago
El mejor de tus platos: El que se cocina para un ser amado
Un cocinero/a preferido: Arzak.
Una cocina regional española: la vasca, claro.
Una cocina internacional: la portuguesa.
Tres personas imprescindibles en tu vida: mi padre, mi madre, mi mejor amiga
Una estación culinaria (primavera, verano…): El otoño, con sus sabores nuevos y cálidos
Una ciudad para perderse: Bergen
Un sitio de Internet: humansofny
Un libro: Hamlet
Una película: Blade Runner
Una música: Suzanne, de Leonard Cohen
Un restaurante: el Kabuki de Wellington
Una obra de arte: El grito
Un truco en la cocina: la organización previa.
Una receta para enamorar: el tiramisú
¿Qué ingrediente no falta en tu cocina? El aceite de oliva virgen extra