No hay hogar en España que se precie, si no monta un belén en su casa en Navidad. Es una tradición preciosa que ilusiona a miles de niños y mayores. Montarlo es todo un reto. Hay algunos que son realmente muy trabajados con su agua, sus luces, sus caminos de arena y bosques de musgo. Y como todo, los hay que lo interpretan a su manera. Este año, sin ir más lejos, en casa de unos amigos, han montado un belén Chino. Todo a base de figurillas con personajes chinos y en un entorno de pagodas, budas, guerreros de sian… de lo más original. Lo importante, es no perder la esencia de montar un belén en navidad.
Recuerdo con mucha ilusión cuando nos íbamos con mi padre a comprar el árbol de navidad a la Plaza Mayor, en Madrid y nos daban 25 pesetas a mi hermano y a mí para comprar alguna figurita del belén para ir ampliando la colección. Aún lo sigo conservando, ese belén de barro rústico que con tanto amor fui coleccionando desde niña.
En España, lo de adornar un árbol de pino de bolas y luces de colores no existía, ya que es una de esas tantas cosas que importamos del mundo anglosajón y que ya se ha quedado para siempre. Ni Papá Noel, ni renos, ni árbol, ni nada de esas costumbres son realmente españolas. Nosotros somos de Reyes Magos, cabalgata, belén, roscón y churros o picatostes con chocolate.
Fue una bella princesa rusa, viuda de un hermanastro de Napoleón, quién introdujo la moda del árbol de navidad en nuestro país a finales del siglo XIX, concretamente en Madrid. Se casó en segundas nupcias con un duque español y estrenó la tradición en 1870.
Pero ¿Cuando comenzó esta tradición centenaria del occidente cristiano?
A España llegó la costumbre de montar el portal de belén durante el renacimiento pero cuando realmente se popularizó fue hacia la segunda mitad del siglo XVIII, debido a que esta costumbre fue exportada desde Italia por el rey Carlos III de España (anteriormente nombrado también rey de Nápoles) y desde aquí se difundió por todas las colonias y posesiones de la Corona Española (América, Filipinas, islas en el Pacífico…) haciéndose inmensamente popular el montar un pesebre navideño coincidiendo con estas fechas.
Una tradición con un origen real y dos claros protagonistas. Carlos III y su esposa Amalia de Sajonia.
Carlos III era un monarca, nacido en Madrid, pero que reinaba en Nápoles y desde aquí se difundió por todas las colonias y posesiones de la Corona Española (América, Filipinas, islas en el Pacífico…) haciéndose inmensamente popular el montar un pesebre navideño coincidiendo con estas fechas. Sin embargo, su vida sufrió un giro radical al morir su hermanastro Fernando VI sin sucesor lo que lo convirtió a él y a su esposa, María Amalia de Sajonia, en reyes de España y de las Indias. A su llegada a España los monarcas importan algunas de las costumbres napolitanas con las que habían convivido como la de montar la representación del nacimiento durante las Navidades, una actividad de la que eran muy aficionados. De hecho, hicieron traer desde Nápoles cerca de 7.000 estatuillas.
Los reyes disfrutaban mucho con este acontecimiento en Nápoles y optaron por seguir practicándolo en su “nueva vida”. Amalia de Sajonia desplegó un bonito belén en el Palacio del Buen Retiro, ya que el Palacio Real no estaba finalizado aún, en las únicas Navidades que pasó en España, las de 1760 y lo mostró a la gente, teniendo una gran acogida. Un año más tarde fallecía sin saber que había impulsado una costumbre que dura aún hasta nuestros días. Fueron los monjes Franciscanos quienes siguieron fomentando los belenes en la España del siglo XV.
Pese a la muerte de Amalia, Carlos siguió con la costumbre de montar el Belén, una representación que no retiraba hasta el 2 de febrero. Figuras de enorme belleza y valor que permanecían en Palacio para que el pueblo las pudiese contemplar. Años más tarde decide superarse e idea la creación del Belén del Príncipe, un encargo de Carlos III para su hijo Carlos IV y que todavía se puede admirar todos los años en el Palacio Real.
Las clases más altas, la burguesía y la nobleza no quisieron ser menos y copiaron esta tradición real, una costumbre que con el paso de los años se fue extendiendo hasta las clases más pudientes y humildes. Años más tarde, en todos los hogares españoles, cada uno acorde a sus posibilidades, montaba un belén.
Desde ya, y hasta el próximo 07 de enero, parte del Belén del Príncipe se puede visitar de forma gratuita en el Palacio Real. Cuenta con figuras de 1760 creadas en los Talleres Reales, de estilo napolitano y genovés que destacan por la calidad de su detalle y ropas, con las cabezas, manos y pies realizadas en barro, y con trajes cosidos a mano. El que se muestra actualmente es sólo una parte del que antaño llegó a ocupar varias salas del palacio.
Cada 5 de enero todas las ciudades de España se paralizan, para dejar paso a sus Majestades de Oriente y puedan traer los regalos a los niños que se han portado bien, y algo de carbón a los que no lo han hecho. Esta celebración tiene su origen en el Nuevo Testamento, donde se cuenta que los Reyes Melchor, Gaspar y Baltasar viajaron durante la noche, desde los confines más remotos de la tierra para traerle regalos al niño Jesús, a quien reconocían como el Hijo de Dios. Aparte de la majestuosidad, los Reyes Magos son descritos como sabios. Llegaron de tres lugares diferentes siguiendo la luz de la estrella de Belén, que, según cuentan, estuvo suspendida varios días sobre el pesebre donde la Virgen María dio a luz.
La entrega de juguetes “para aguinaldos” proviene de tiempos inmemoriales, cuando los señores daban a sus súbditos regalos, que llegaron a provocar ciertas polémicas e incluso en algún momento tuvieron que ser prohibidos por las autoridades. Parece que la palabra aguinaldo proviene del francés. En algunas aldeas galas el pueblo con ocasión de la fiesta pagana por el solsticio de invierno gritaban: “Al muérdago, el Año nuevo”, que en francés venía a ser “A – gui – l´- an – neuf”, que transformado al español es la palabra aguinaldo. Los druidas galos subían a los árboles para coger muérdago que vendían al pueblo con supuestos poderes curativos, lo que les proporcionaba unos extraordinarios beneficios. Esta tradición se mantuvo hasta finales del siglo XVI, cuando fue abolida por la iglesia.
En 1885, el Gobierno de España convocó una cabalgata para honrar esta festividad tan especial. Mientras que las escrituras tradicionales cuentan que le regalaron mirra, oro e incienso al Niño Jesús, en aquellos tiempos los Reyes eran más proclives a traer caramelos y regalos. Aunque, esta tradición podría haber nacido unos años antes, existen referencias de celebraciones en las calles madrileñas desde 1844, pero, podría haber sido Barcelona en 1855 donde se organizara una cabalgata como tal.
Sea como sea, poco a poco se irían sumando a esta iniciativa otras ciudades. Como Granada, desde el siglo XIX era costumbre hacer representaciones teatrales, pero, no sería hasta 1912 cuando por primera vez se lanzaría a esta aventura para conseguir juguetes para los niños desfavorecidos. En 1918 lo haría Sevilla. Las cabalgatas en el resto de España iban ganando mayor relevancia, destacando las de Alcoy; Zaragoza; Valencia, Palma, etc… Teniendo todas ellas un carácter benéfico. La idea cuajó rápidamente en el espíritu de la población, y se extendió por el resto de España hasta convertirse en lo que es hoy en día.
Conocemos como Belén a la representación con figuras y a veces en representaciones con personas, lo que conocemos como Belén viviente, que se realiza al llegar diciembre y en la que se representa el nacimiento del niño Jesús en el portal de Belén, también conocido como pesebre, portal o nacimiento.
El término pesebre proviene del latín ‘praesēpe’ y su significado original (y que también se utiliza hoy en día en el mundo de la ganadería) es el de “recipiente o cajón destinado a la comida de los animales’”. Según las Sagradas Escrituras, el portal de Belén donde nació el niño Jesús era un establo en donde había un buey y una mula. La Virgen María, tras dar a luz, lo depositó en el comedero de los animales (pesebre) utilizándolo como cuna para el bebé.
Muchos fueron los artistas que representaron a través de sus obras pictóricas y esculturas la estampa del momento y lugar en el que nació el niño Jesús; pero tal y como lo conocemos actualmente, con exposición de figuras que se realiza de cara a la Navidad para simbolizar el nacimiento muchas son las fuentes que señalan que se lo debemos a Giovanni di Pietro, más conocido posteriormente como San Francisco de Asís, quién celebró la Eucaristía de Nochebuena de 1223 en una cueva de Greccio, un pueblo italiano en el que preparó una escenografía del belén viviente con una mula y un buey. Eso sí, antes de llevarlo a cabo decidió pedir autorización a la Santa Sede, recibiendo el permiso del papa Honorio III.
No obstante, no es hasta el siglo XIII cuándo podemos hablar de una verdadera muestra de los primeros belenes de la historia. Y así, cuentan qué San Francisco de Asís Años después, el arquitecto Arnolfo di Cambio, talló unas esculturas en mármol precursoras de las actuales figuras.
Desde entonces, los monjes de la orden franciscana creada por San Francisco de Asís, lo convirtieron en una tradición navideña realizando la representación anualmente; pero el de San Francisco de Asís debemos considerarlo como el origen del ‘pesebre viviente’, debido a que existen documentos y constancia de que un par de siglos antes, concretamente en el año 1021, se realizó una representación del Nacimiento con figuras de arcilla o terracota en la iglesia de Santa María de Nápoles y que fue en esta población italiana donde realmente nació la tradición Belenista. Otras fuentes dicen que el testimonio más antiguo de un belén con figuras es del año 1252 en el monasterio de Füsen, en Alemania. De 1300 data la primera representación del nacimiento en España, que tuvo lugar en la catedral de Barcelona. Algunos arqueólogos incluso retrotraen el origen de esta tradición a la Antigua Roma, a tenor de las pinturas encontradas en las catacumbas de Priscila del siglo II.
De hecho, el nombre común de los belenes montados con figuras es conocido mundialmente como “pesebre napolitano” y puede decirse que alcanzó su mayor difusión entre las familias y creyentes de Nápoles, en el siglo XV, a través del religioso italiano Cayetano de Thiene (San Cayetano), quien trasladó la tradición desde las iglesias hasta los hogares, poniendo de moda montar un pesebre en las casas particulares italianas.
Las primeras representaciones pictóricas del nacimiento de Cristo se remontan al siglo II de nuestra era. En la Catacumba de Priscila, situada en la romana Vía Salaria, aparece por primera vez representada la Virgen con el Niño Jesús en brazos junto al profeta Isaías, apuntando con el dedo hacia la estrella de Belén.
La tradición la consolidan en el siglo XIV, principalmente, los franciscanos italianos y posteriormente, las monjas clarisas y los monjes capuchinos, que utilizaron la representación del humilde nacimiento del Mesías como elemento de predicación. La práctica no tardó en extenderse, sobre todo, por Europa, en la Europa mediterránea, y fue primero eclesiástica y posteriormente aristocrática y finalmente popular.
En el siglo XVI se monta el Belén de Coral en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, que todavía se conserva. Datado hacia 1570, fue un regalo de la ciudad italiana de Trápani a Felipe II. Todas las figuras están talladas en coral, plata y bronce. Se desconoce su autoría. El monasterio de las Descalzas Reales había sido fundado unos años antes, en 1559, por Juana de Austria, hermana de Felipe II y viuda del príncipe Juan Manuel de Portugal.
Empiezan a destacar autores de belenes, como Martínez Montañés en el siglo XVI y Luisa Roldán, La Roldana, en el XVII. En el inventario póstumo del gran Lope de Vega, por ejemplo, aparece una colección de figuras con las que cada año montaba un belén casero en el siglo XVII.
Uno de los grandes mecenas del belén fue el rey Carlos III, que ya en Italia había hecho del nacimiento una institución nacional mientras era rey de Nápoles. El monarca Borbón encargó más de 200 figuras a los artistas valencianos José Estévez Bonet y José Ginés Marín y al imaginero murciano Salzillo. Estos construyeron “El belén del príncipe” para el hijo de Carlos III, Carlos IV, y muchas de sus figuras se conservan aún en el Palacio Real. El museo que le han dedicado sus paisanos de Murcia contempla un belén encargado por el Marqués de Riquelme en el siglo XVIII con más de 900 figuras que se conserva casi intacto. Otros escultores como José Esteve o Ramón Andreu realizan obras de suma calidad. Estos encargos son cada vez más frecuentes, y en los lustros que siguen tanto iglesias como edificios públicos, escuelas o talleres artesanales utilizan el portal como reclamo para sus paisanos. Así, ya desde entonces, el belenismo se arraiga y se implanta definitívamente en España para quedarse hasta nuestros días.
Del siglo XVIII es la representación que todavía se expone en la Iglesia de Santa María en Laguarda (Álava). En los días festivos de Navidad, tras la celebración de la Misa Mayor, se instala un belén barroco de movimiento, con figuras de tela, madera y cuero articuladas. Mientras suenan diferentes piezas musicales a cargo de los gaiteros de la localidad, los pastores del belén bailan, giran y se golpean moviendo sus brazos y piernas, mientras que los carneros luchan con sus esquilas. El 1 de enero se escenifica la presentación del Niño Jesús en el Templo, y el 6 del mismo mes, la adoración de los Magos. En el siglo XIX surgen las primeras asociaciones de belenistas, la primera en Wenns, Austria, en 1860, y un siglo después, en 1955, se aprobaba la definición de belén en el Segundo Congreso belenista internacional.
Tipos de belenes
La variedad de los tipos de belenes es enorme, y se clasifican según la presentación del montaje, abiertos o cerrados, según la técnica de montaje, populares o artísticos, y según la manera y estilo de las figuras y el paisaje representado, bíblicos, locales o regionales, y modernos. También se pueden clasificar por los personajes empleados: Los tradicionales y los vivientes.
Durante la segunda mitad del siglo XX vuelve a resurgir la creación estatuaria, dedicándose grandes escultores a la obra belenística. Ya no hay hogar sin belén. Papel, cartón, corcho, vegetación natural y figuras de diferentes materiales conforman los nacimientos caseros de los españoles. Pero también los grandes centros comerciales compiten por tener el belén más grande o el más tecnológico. Las instituciones montan sus propios belenes, y se ha popularizado el belén viviente.
[bctt tweet=”Y tú, ¿conocías el origen del belén en España?”]
Curiosidades Belenistas
El belén de Rute es el más dulce. Más de 1.400 kilos de chocolate blanco y negro han utilizado los maestros artesanos de Rute (Córdoba) para modelar su tradicional belén navideño.
El montaje comienza en mayo con la maquetación y planificación del belén, que se construye entre julio y septiembre, a temperaturas que nunca pueden bajar de los 23 grados, y que abre sus puertas al público en octubre. Se invierten mas de 1.400 kilogramos de chocolate, el 60 por ciento de blanco, y el 40 por ciento negro. Los artesanos dan forma también a 130 figuritas, algunas de ellas, las más pequeñas, hechas en mazapán y en azúcar. Está ubicado en la fábrica de Artesanos Galleros.
El belén virtual para el siglo XXI.
La novedad en Sevilla ha llegado con el tradicional Belén de la Fundación Cajasol que ofrece una experiencia de realidad virtual que permite a los visitantes sumergirse dentro de las escenas navideñas. Se trata de una experiencia pionera en la que se han diseñado cinco cuadros representativos de las distintas partes del Belén. Una vez frente a ellos y con las gafas de realidad virtual, un software reconoce la imagen e introduce al usuario en dicha escena, haciéndole sentir una figura mas del belén, ya que incluso se puede girar 360 grados para apreciar todos los detalles.
Una tradición con siglos de historia que, sin duda, seguirá dando de qué hablar muchos siglos más. Así como, por ejemplo, en el norte de Europa son famosos sus mercadillos navideños, si vienes a España en navidad, no dejes de visitar algunos de sus 10 mejores belenes.
¡FELIZ NAVIDAD!
BIBLIOGRAFÍA.- de fuentes electrónicas
La Cabalgata de Reyes, historia de la ilusión
El origen real de los belenes en España
Historia del portal de belén en España
Los belenes, una tradición centenaria del Occidente cristiano